Ámbito Financiero | Opinión
Los datos fiscales de septiembre, que el Gobierno presentó la semana pasada, dejan en claro otra vez que la realidad va por un camino muy distinto al que se pretende hacer creer con el discurso oficial.
En segunda instancia, se verificó una baja de los gastos primarios (-10,5%), muy influidos por las prestaciones sociales que disminuyeron 10%. Dentro de éstas, el componente más importante es el de las jubilaciones y pensiones, que se redujo un 9,1%. En tanto, las prestaciones del PAMI cayeron un 16,6%, un número que deja en evidencia la ficción del candidato Macri, cuando en el debate presidencial afirmó: “El PAMI era una cueva de corrupción y hoy funciona de forma transparente. Nuestros abuelos tienen la receta en el celular”. Una retórica que no tiene en cuenta las necesidades de los argentinos y las argentinas, más pensada para la campaña electoral y la usual posverdad macrista. Pero de nada sirve la supuesta transparencia o la idea de la calidad institucional si las jubilaciones y las pensiones mínimas (por lejos la mayor cantidad) están muy cercanas a la línea de pobreza.
Los números fiscales son una forma de ver cómo lo importante sigue quedando relegado. Tiene que ver con un modelo que se expresa en otros datos concretos, como la caída en términos reales de los gastos en salarios públicos (-16%), según surge de los datos oficiales.
La gran excepción de siempre a estos achiques es el aumento del gasto en intereses de la deuda (+34,8% real; 108% nominal), toda una muestra de cuáles son las prioridades del gobierno. Terapia de shock que no afecta a todos por igual.
En la presentación de los números fiscales, el ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, hizo alusión al “sobrecumplimiento” de la meta pautada con el FMI, al alcanzarse un superávit primario de 0,1% del PIB (entre enero y septiembre), unos $22.892 millones, algo que según Lacunza no ocurre en Argentina desde el 2011. No obstante, el dato que verdaderamente importa no es ése, sino el déficit financiero (que incluye los intereses que se incrementan constantemente). Éste aumentó un 18,8%. En el marco del modelo actual, es entonces el crecimiento de los intereses, en definitiva, el que determina en gran medida la magnitud de los recortes del gasto primario, configurando un auténtico círculo vicioso ya que, cuanto más se ajusta, mayor es la subsecuente caída de la actividad y la recaudación.
Enlazando la cuestión local con el panorama internacional, en la semana se conoció el habitual Monitor Fiscal del FMI denominado: “Cómo mitigar el cambio climático”. Es cierto que se trata de un tema de absoluta trascendencia en los tiempos que corren. Pero no deja de ser llamativo que un informe tan importante no aborde la cuestión fiscal dentro de un contexto donde cada vez son mayores las preocupaciones por el escaso dinamismo de la actividad global.
La política del ajuste genera indefectiblemente más recesión y privaciones para el conjunto de la población. Queda así más clara la necesidad de encarar un camino soberano que coloque como principal objetivo el impulso a la actividad económica por vía de la mejora de los ingresos de la población.