Ambito Financiero | Opinión
El relato oficial que asegura que la economía está en recuperación no se sostiene. Las recientes cifras de ventas en supermercados, mayoristas y shoppings lo desacreditan. Las ventas en supermercados cayeron un 13,5% interanual en mayo, similar variación que para los autoservicios mayoristas, en ambos casos, con una merma superior a la evidenciada en abril. Las ventas en los shoppings cayeron en mayo un 18,7%. En los supermercados, los puestos de trabajo se redujeron un 0,5% respecto al mes anterior, y un 3,3% interanual, es decir, unos 3.100 empleados menos que hace un año.
Abona a este enfoque el resultado del Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) un anticipador del PBI, que creció un 2,6% interanual en mayo, una variación importante debido, en parte, a la fuerte caída producida el mismo mes del año pasado. Además, en mayo de este año incidió principalmente el aumento en agricultura y ganadería con un 49,5%, pero hubo caídas del 11,4% en comercio y un 6,5% en industria manufacturera. Es muy difícil pensar que la economía haya comenzado alguna recuperación: más aún, la variación desestacionalizada del nivel general respecto al mes anterior fue del 0,2%, muy escueta.
Uno de los más descarnados y preocupantes datos que abonan la profunda crisis en la que está inmersa la economía es el reciente informe de varios organismos de la ONU, que indican que el número de personas que experimentan “inseguridad alimentaria moderada o grave” en Argentina pasó de 8,3 millones en el período 2014-2016 a 14,2 millones entre los años 2016 y 2018. Las cifras no sólo son preocupantes por la cantidad de personas involucradas, sino porque en términos de la población, se pasó del 19,1% al 32,1%, cuando para América del Sur los datos pasaron del 23,8% al 30,8%. Es decir, pasamos de estar por debajo del promedio de nuestro subcontinente a estar por encima del mismo, evolución que indica la magnitud del deterioro argentino en los últimos años. La elevada cifra para el período 2016 a 2018 nos ubica en valores similares a los de países como Albania Armenia, Bangladesh, Cabo Verde, Georgia y Tayikistán, entre otros.
Las tensiones no sólo aparecen en el costado real de la economía y en la situación social, sino también en las cuentas externas.
En el semestre se fugaron U$S 10.881 millones, una cifra muy alta, que si bien es inferior a los U$S 16.676 del primer semestre de 2018, cuando se estaban gestando las turbulencias financieras, es muy superior a los 7.681 millones de igual período de 2017.
El análisis de las inversiones netas de portafolio de no residentes también resulta interesante, pues han descendido en este semestre en U$S 2.701 millones. De hecho, la caída de junio (U$S 1.410 millones) es superior a la de los meses de fuertes salidas como mayo, julio y septiembre del año pasado.
En cuanto a la Inversión Externa Directa (IED), el promedio mensual durante la actual gestión ha sido de U$S 210 millones, casi el mismo que el obtenido durante 2012 a 2015 (U$S 203 millones) con la plena vigencia de la regulación de los flujos con el exterior (llamado impropiamente cepo). La lluvia de inversiones, más que te la debo.
Estos comportamientos de los flujos financieros, entre otros, indican la debilidad de las cuentas externas en el modelo actual. De hecho, Bloomberg acaba de listar a Argentina como el país más vulnerable entre 20 emergentes. Los puntos más “calientes” que llevan al podio a nuestro país son el elevado nivel de deuda externa de corto plazo sobre el total (40,5%); también aparece el desvío de la inflación sobre las metas (+35,8%). Ambos ítems son los más elevados de los 20 países listados. El bajo porcentaje de cobertura de las reservas internacionales (85,9%) también luce crítico, aunque evidencia una mejor posición que la de Sudáfrica, Turquía o Indonesia.
Nuevamente, la asociación con países muy distantes a las naciones desarrolladas que forman parte del “mundo” al cual Mauricio Macri dice habernos llevado. Realidad y discurso totalmente divorciados.