Tiempo Argentino | Opinión
No es una parte del guión de una película. Es un fragmento de la nota de Marcelo Bonelli en Clarín (26/10/2018), detallando los entretelones de la discusión en el FMI sobre el programa para Argentina: «Esta ‘troika’ de directores (de Alemania, Francia y Holanda) cree que es peligroso que el FMI le dé plata a la Argentina en un año electoral. No quieren que se interprete como un aval del organismo a la reelección de Macri». Continúa Bonelli: «La defensa del ‘caso argentino’ estará a cargo de director de EE.UU. El Tesoro le dio instrucciones a Mauricio Claver-Carone para sofocar cualquier rebelión contra la Argentina».
Estas citas dejan bien en claro que el gobierno de Macri armó la negociación con el FMI como un «combo» inseparable, que incluye una fuerte alineación con Washington. Una estrategia que debilita de manera significativa nuestra soberanía y pretende condicionar fuertemente el signo de los futuros gobiernos en nuestro país. Es, en definitiva, el objetivo de la batalla cultural que viene emprendiendo el macrismo.
Fronteras adentro, y a partir de la media sanción al Presupuesto 2019, la represión a quienes se manifestaban en contra del proyecto y la exención de los inmuebles rurales para las personas físicas en el impuesto a los bienes personales, es evidente que al gobierno cada vez le interesa menos la opinión ciudadana, en especial la de los sectores populares, y más la opinión de los mercados y del Fondo Monetario. Desde ese punto de vista, se puede considerar que el gobierno sigue adelante con sus objetivos.
No es un hecho menor que la media sanción al Presupuesto se haya producido el día anterior a la reunión del FMI donde se aprobó el programa argentino. El desembolso del Fondo es la verdadera aprobación del Presupuesto 2019: el organismo internacional desembolsará U$S 5700 millones, y el resto estará sujeto a los futuros cumplimientos de las metas.
Hay fuertes divergencias entre las previsiones del gobierno argentino sobre la evolución de la economía en 2019 y las que elaboró el organismo internacional. Resalta entre estas la estimación de la actividad económica: mientras el Presupuesto 2019 tiene una proyección de caída del 0,5% del PBI para ese año, el Fondo estima una reducción del 1,6 por ciento. No es una diferencia intrascendente, puesto que con menor actividad económica será más difícil cumplir con las exigentes metas de ingresos fiscales que hay en el Presupuesto. Estos muy probables menores ingresos, junto a un inamovible déficit fiscal primario cero el próximo año, generarán un ajuste aun mayor al previsto. Una dinámica que podría augurar otros cuatro años más de Presupuestos del Ajuste, en la medida que este modelo continúe.
Este programa del Fondo –y del gobierno nacional– se comportará como lo hemos visto ya en otras ocasiones en Argentina y en el variado grupo de países en los que se ha implementado: agudizará el ajuste y la recesión. El ajuste original lleva a mayor recesión, los ingresos caen, se requiere mayor reducción del gasto, que lleva a una nueva caída de la economía, y así sigue la espiral. El caso de Grecia es ejemplificador.
La recesión se profundiza
Los distintos indicadores conocidos recientemente hablan de un fuerte deterioro de la situación económica y social.
Los datos de la producción industrial en septiembre son más que preocupantes: para Fiel cayó un 8,7%, mientras que para Ferreres se redujo un 8,1 por ciento. En este último relevamiento, todos los sectores muestran una evolución interanual negativa, con extremos en productos farmacéuticos (-1,6%) y maquinaria y equipo (-20,1 por ciento). En el caso del estudio de Fiel, a excepción de los bienes de consumo no durables, que cayeron el 3%, los insumos, bienes de capital y consumo durable (vinculados al nivel de actividad) superaron el 10% de caída. Una recesión industrial amplia y fuerte, que también es validada por la baja utilización de la capacidad instalada, que ronda el 60 por ciento.
Los datos anticipatorios del PBI tampoco son alentadores. El Estimador Mensual de la Actividad Económica del Indec marcó una baja interanual del 1,6% en agosto, y acumula una caída del 0,9% en lo que va del año. El Índice General de Actividad, de Ferreres, calculó una fuerte caída interanual en septiembre del 5,9%, «siendo esta la contracción anual más pronunciada desde mediados de 2016». Ambos indicadores evidencian que las caídas más pronunciadas se dieron en la actividad comercial y la manufacturera. Para Ferreres, «el comercio mayorista mostró un desplome de 14%, influenciado por la fuerte devaluación (y) el comercio minorista mostró una baja de 4,8%, reflejo de la pérdida que se estima está teniendo el poder adquisitivo de las familias».
Un dato inquietante es el crecimiento del valor de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) o línea de indigencia, que según el cálculo del Indec subió un 8,5% en septiembre, mientras que la Canasta Básica Total (CBT), que marca la línea de pobreza, aumentó un 8,1 por ciento. En ambos casos, muy por encima del IPC nacional que fue del 6,5% e incluso de la «inflación núcleo» que alcanzó el 7,6 por ciento. En el acumulado del año también el costo de vida supera a los precios: la CBA aumentó un 36,3% y la CBT un 35,3%, mientras que el incremento del IPC fue del 32,4 por ciento. Como vengo sosteniendo, en este modelo la inflación pega más fuerte en las capas más débiles de la sociedad. Son los primeros resultados del #PresupuestoDelAjuste.
Cambiar el modelo
La necesidad de un cambio de modelo aparece cada vez como más acuciante. Está claro que hay otras opciones al modelo del ajuste. El proyecto de Presupuesto para el próximo año que está diseñando el gobierno español, liderado por el PSOE en coalición con Podemos, es un ejemplo más que interesante.
El gobierno de España plantea subas en el salario mínimo, actualización de las pensiones, incluidas las mínimas y no contributivas, recuperar el subsidio de desempleo para mayores de 52 años, desarrollar ingreso mínimo vital, suba del gasto en I+D+i (Investigación, Desarrollo e Innovación); son los ítems más relevantes del programa de aumento del gasto. Un incremento que será cubierto con mayores ingresos derivados de impuestos a las sociedades, al patrimonio, sobre las transacciones financieras y de los mayores ingresos de la Seguridad Social debido a los aumentos en los salarios mínimos. Toda una estructura presupuestaria contraria al ajuste, y que apunta al crecimiento. Más poder adquisitivo en la población, más crecimiento de la economía y mayor recaudación tributaria. Es el otro «sí, se puede».
Volviendo al Presupuesto argentino, la reciente media sanción evidencia un debilitamiento de las alianzas del gobierno, ya que se obtuvieron menos votos a favor que los que aprobaron los anteriores presupuestos de este gobierno. Esto indica que el gobierno va perdiendo el acompañamiento de diputados no oficialistas que están dispuestos a acompañarlo. Porque, además, no es una aprobación que arrastre votos a la hora de las elecciones.
Creo que lo sucedido en el tratamiento parlamentario, más otras acciones de unidad, indican que está apareciendo la necesaria conciencia para construir una unidad amplia, que pueda crear las condiciones para que el 10 de diciembre de 2019 una mujer o un hombre de la oposición gobierne la Argentina. Pero debe ser la unidad más amplia con un decidido programa de gobierno. De forma tal que aquel o aquella que compita, no solamente represente un cambio de nombre, sino que lo haga con un proyecto de país diferente, con un cambio de modelo. Parece que esta posibilidad va tomando cuerpo, y eso es alentador.