Página/12 | Opinión
Falta sólo una semana. El próximo 22 de octubre los porteños estaremos -en el marco de las elecciones en todo el país- nuevamente ante las urnas. Elegiremos diputados nacionales y legisladores locales. Lo haremos por segunda vez en el año luego de que el 13 de agosto votamos en elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO).
Como sabemos, se trata de elecciones de doble vuelta: en las PASO se elige a los competidores para la segunda ronda de votación. En la primera contienda electoral se presenta un número de candidatos pero sólo quedan habilitados para volver a competir aquellos que obtuvieron el 1,5 o más de los votos válidos emitidos.
Así, por ejemplo, en las últimas PASO no alcanzaron el porcentaje mínimo la Alianza Convocatoria Abierta por Buenos Aires, la Izquierda al Frente por el Socialismo, el Partido Humanista, el Socialismo Auténtico, el Movimiento Político, Social y Cultural Proyecto Sur, entre otros.
Son votos críticos al gobierno que ahora deberán elegir entre las opciones opositoras que alcanzamos el piso necesario para competir en segunda vuelta.
Estos votos -y otros con orientación opositora- tienen dos opciones: o eligen candidatos testimoniales, es decir, candidatos que no alcanzarán el mínimo necesario de sufragios para entrar en la Cámara de Diputados o en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, u optan por postulantes que tienen chances de alcanzar una banca.
Entre estos últimos hay nuevamente dos opciones con mayores probabilidades: una es la lista opo-oficialista de Evolución, de Martín Lousteau, cuya segunda candidata tiene chances de ingresar al Parlamento pero es actualmente diputada por el interbloque de Cambiemos; el otro soy yo, cuarto candidato a diputado por la lista de Unidad Porteña.
La tercera con chances de ingresar al Parlamento es la octava candidata de Cambiemos, la postulante oficialista “titular” la que, además, está cuestionada por la propia alianza de la que forma parte.
Si bien esta última es la candidata oficial del gobierno, la postulante que se presenta en la lista “opositora” de Lousteau, ya integra como diputada el interbloque de Cambiemos y, por lo tanto, actúa como una opción b del oficialismo.
Otros candidatos tienen probabilidades menores de ser electos o expresan formas del opo-oficialismo.
El voto testimonial se pierde. El voto al opo-oficialismo también.
Es claro: no hay demasiadas variantes a la hora de elegir propuestas opositoras coherentes y consecuentes. La proyección de los resultados de las PASO indica que la única fuerza que reúne esos requisitos es Unidad Porteña.
Además, los resultados de las PASO y diversas encuestas señalan que el oficialismo en la ciudad tiene alrededor de un 50 por ciento de los sufragios y que, a nivel nacional, reúne alrededor de un tercio del electorado. Estos datos indican que, en el actual escenario político, lo más significativo es la dispersión de la oposición.
Por eso, la elección del próximo 22 de octubre es una gran oportunidad para construir la máxima unidad de la oposición votando a la opción opositora más coherente y consecuente, para que los habitantes de la ciudad de Buenos Aires, cada uno de nosotros, no quedemos aislados y vulnerables frente a los grandes conglomerados económicos concentrados que operan desde el gobierno.
Cambiemos nos dice que todo depende del individuo: que él mismo crea su trabajo haciéndose emprendedor, que él mismo se cura a través de la autoayuda, que él mismo se aumenta sus ingresos trabajando más, que él mismo participa enviando mensajes individualmente por las redes sociales. Por supuesto: ese individuo imaginario no necesita nada y, por eso, no necesita de políticas públicas, no necesita del Estado ni de leyes que lo protejan. Puede por sí mismo. Puede solo.
Por eso, cuando el gobierno los convoca a estar juntos, es en tanto individuos.
De allí que puedan eliminarse o flexibilizarse leyes laborales, puedan reducirse áreas del Estado, puedan suspender o recortar políticas de asistencia a discapacitados y jubilados: nada de eso modifica nada porque el individuo solo depende de sí mismo. Dentro de esta concepción, una parte significativa del Estado, de sus políticas públicas y de las leyes que protegen a los más débiles, resultan innecesarias.
Por supuesto: se trata de un individuo imaginario creado por tácticas de marketing y de comunicación.
Este individuo no sólo no es poderoso sino que, por el contrario, queda sometido a los poderosos: expuesto a que estos le quiten una serie de derechos -laborales, sociales y económicos- sin los que aumenta su posición de vulnerabilidad y dependencia.
El individuo aislado es un ciudadano que va perdiendo sus derechos, que corre el serio riesgo de quedarse inerte frente a la agenda de medidas que el gobierno tratará de profundizar después de octubre. Esas medidas tienen un doble propósito.
Por un lado, incrementar la ganancia del capital más concentrado en detrimento de los trabajadores en general. Por el otro, lograr que cada vez sea más difícil volver atrás. Es decir, impulsar reformas que queden plasmadas en el entramado legal y que contribuyan a cristalizar una estructura económica y social cada vez más regresivas.
La reforma laboral es uno de los ejes más esperados por el elenco de los grandes empresarios. Atravesó estos días el Coloquio de IDEA, de la misma forma que ya lo había hecho en el tercer encuentro de la Asociación Empresaria Argentina.
En contraposición al relato de Cambiemos, nosotros les proponemos a los ciudadanos juntarnos el 22 de octubre alrededor de una oposición fuerte que luego de las elecciones, cuando el gobierno intente acelerar sus planes de ajuste, actúe defendiendo derechos e impulsando otros nuevos.
Si ellos, los votantes de Cambiemos están juntos, los votantes de la oposición también debemos estar juntos.
Se trata de construir una fuerza parlamentaria numerosa y coherente que sirva como espacio de confluencia y autodefensa de los ciudadanos, para que estos no permanezcan solos y aislados frente a los poderes concentrados.
Para ello, también convocamos a los jóvenes -en particular a los que adquirieron su derecho a votar a partir de los 16 años- a que concurran el domingo a depositar su voto. También los necesitamos a ellos. Los necesitamos fortaleciendo la oposición.
Votar candidatos testimoniales, u opo-oficialistas, por el contrario, debilita a la oposición. Nos deja un poco más débiles frente a esos poderes concentrados.
Los opo-oficialistas escuchan la opinión de los votantes y la incorporan a sus discursos sólo hasta llegar a las bancas. Una vez conseguido el objetivo, y con el argumento de garantizar la gobernabilidad, rompen el vínculo representativo con el elector para aliarse al oficialismo y votar sus propuestas. Es lo que ya pasó desde el 2015.
Por eso, frente a las elecciones del próximo 22 de octubre, los candidatos a diputados y diputadas por Unidad Porteña, asumimos ante la ciudadanía una serie de compromisos públicos para garantizar el respeto del sentido del voto.
Nos comprometimos a no votar leyes que deroguen o limiten los derechos ciudadanos. Ni aquellas que limiten las paritarias libres o promuevan formas de flexibilización de las relaciones del trabajo y cercenen el derecho de los trabajadores. Tampoco leyes que promuevan la pérdida de derechos de los jubilados y la privatización abierta o encubierta del sistema previsional público. O leyes que favorezcan una reforma impositiva de carácter regresiva o que promuevan el endeudamiento externo que ponga en riesgo la sustentabilidad de la deuda, entre muchos otros puntos.
También nos comprometimos a impulsar leyes que consoliden y amplíen los derechos y beneficios de los trabajadores activos y jubilados, que favorezcan la creación de fuentes laborales, regulen el mercado de capitales para evitar prácticas especulativas y dirijan el crédito al desarrollo económico integrado y a la vivienda digna para todos los argentinos y argentinas, entre otras propuestas.
Somos opositores ahora y damos garantías de que lo seguiremos siendo desde las bancas. Nuestra garantía es nuestra coherencia.
Somos lo que decimos que somos. Hacemos lo que decimos que hacemos.
Somos oposición y haremos oposición a un gobierno que intentará acumular todo el poder posible para llevar a fondo un ajuste sin concesiones.