Tiempo Argentino | Opinión
Por Carlos Heller
Un lugar destacado que alarma. Argentina ocupa el quinto lugar en el ranking de evasión impositiva de las multinacionales con un monto de U$S 21.400 millones, solo superada por Estados Unidos, China, India y Japón. La cifra es aún más escalofriante si se calcula como porcentaje del PBI: alcanza el 4,4%; nuestro país está en cuarto lugar, por debajo de Chad, Guyana y Malta.
El estudio de la conocida organización Justicia Impositiva (Tax Justice Network) evalúa la pérdida de ingresos fiscales como consecuencia de múltiples técnicas de evasión utilizadas por las grandes corporaciones, muchas de las cuales podrían ser evitadas con una regulación menos laxa. A nivel mundial, los recursos evadidos ascienden a U$S 500 mil millones, cifra similar al PBI de Suiza o Suecia. Son recursos que se retraen de la recaudación tributaria de los países, generando además una injusta y turbia competitividad a favor de los grandes conglomerados de negocios.
Continuando con los privilegiados, la revista Forbes presentó su conocido ranking de milmillonarios, en el cual lista a 2043 súper ricos, un 13% más que hace un año, todo un récord. Su patrimonio representa U$S 7670 billones (monto similar a la suma del PBI de Japón y Alemania) y aumentó un 18% en un año. Estados Unidos es el país con más milmillonarios en dólares (565), seguido por China (319), Alemania (114) e India (101).
A esta fuerte concentración del ingreso a nivel mundial no fueron ajenas las fortunas argentinas. Los milmillonarios vernáculos ascendieron a siete, de los cuatro que listaban el año anterior, con una fortuna conjunta de U$S 12.430 millones, una cantidad equivalente al ingreso anual de divisas por las exportaciones del complejo cerealero-oleaginoso argentino.
Este aumento de milmillonarios argentinos en un año de recesión es un hecho más que da sustento a la premisa de que Macri gobierna para los ricos.
En definitiva, la agudización de la concentración del ingreso y la evasión de las multinacionales son algunas importantes consecuencias de la denominada «vuelta al mundo» del país gobernado por Cambiemos.
Hay recursos
Sigo insistiendo en que hay recursos para pagarles a los maestros, no sólo por el monto asignado al Fondo de Incentivo Docente, sino porque una vigilancia fiscal más estrecha sobre las multinacionales evasoras podría viabilizar los aumentos y las mejoras edilicias en las escuelas. Pero para el gobierno no es una cuestión de recursos, el objetivo del ajuste macrista va más allá del déficit: la doctrina neoliberal aconseja achicar lo más posible el gasto público y aprovechar para reducir la tasa de tributación de las grandes empresas y fortunas.
Según datos del Ministerio de Educación, tomando como referencia el salario de un maestro de grado con diez años de antigüedad, se puede calcular la variación real (el cambio en el poder de compra del salario docente). Utilizando el IPC CABA, el promedio de los salarios docentes del país creció un 3,6% en términos reales durante 2015, mientras que en 2016 perdió toda la ganancia del año anterior. No obstante, el salario de referencia de los maestros de la provincia de Buenos Aires durante el año pasado cayó un 5,6% en términos reales, mientras que en la CABA se redujo un 4,4 por ciento. Una pérdida que los gobiernos nacional y provinciales intentan, como mínimo, consolidar.
Durante la gestión macrista, los gastos por intereses de la deuda pública crecen más que los gastos en educación. En 2014 los intereses superaron en un 16% a las erogaciones en educación, cociente que se redujo al 3% en 2015. Por el contrario, en 2016 esta relación subió a un 36%, y en el Presupuesto 2017 llega a un 54 por ciento. Pero la educación no sólo pierde respecto de la deuda. En el Presupuesto 2017 los gastos totales de la Administración Nacional crecen un 22,1%, mientras que los gastos en educación y cultura lo hacen un 16,5 por ciento.
No es casual entonces el embate del gobierno con los docentes, que tiene que ver con su proyecto para la escuela pública. Este se observa en el nuevo sincericidio de Mauricio Macri, cuando se preocupó por «la terrible inequidad entre aquel que puede ir a una escuela privada versus aquel que tiene que caer en la escuela pública». La frase me lleva a recordar cuando se promocionó durante el menemismo la jubilación privada: a los que no podían acceder a la jubilación privada, les quedaba un sistema residual que se iría extinguiendo. Suena parecida esta idea de «los que caen en la educación pública» y resultan preocupantes los planes de Cambiemos para esta. De hecho, mientras las provincias dedicaban en 2015 (últimos datos compilados) un promedio del 12% de sus presupuestos en educación a las transferencias a las escuelas privadas, la CABA le dedicaba el 21%, un valor que fue creciendo durante la administración del alcalde Macri.
La intención del gobierno macrista de trasladar a las provincias y a sus presupuestos la responsabilidad de los salarios docentes avanza aún más en la provincialización de la educación pública iniciada en el menemismo: menor calidad de educación para las provincias más pobres. De esa forma, cada vez se achica más el colchón donde «caer» para los sectores de la sociedad de menores recursos.
Recesión e inequidad
El Indec dio a conocer los datos del PBI que confirman un retroceso del 2,3% para 2016. Llamativamente, el tercer trimestre evidenció un aumento desestacionalizado del 0,2% comparado con el trimestre anterior (corrigiendo un -0,1% en la anterior publicación) que se suma al aumento del 0,5% calculado para el cuarto trimestre. De esa forma, con dos trimestres consecutivos de crecimiento se habría alcanzado la definición técnica de salida de la recesión. Una oportunidad excepcional para que los funcionarios macristas intenten reflotar la mística de la recuperación del segundo semestre.
No obstante, la realidad indica que la recesión sigue presente. La actividad industrial cayó un 9,5% interanual en febrero para FIEL, mientras que para el Estudio Ferreres la reducción alcanza al 8,1%. Ambas consultoras, más la UIA, confirmaron reducciones en los datos desestacionalizados de producción industrial de febrero, comparados con el mes anterior, lo cual confirma que la caída no se detuvo, y que alcanza a la gran mayoría de los sectores industriales.
El consumo tampoco repunta. Los recientes datos del Indec sobre supermercados indican que en enero las ventas mostraron un aumento del 21,2%, muy por debajo del 35,6% de inflación para el período. Un dato poco conocido de esta encuesta es que en las provincias del norte las ventas aumentaron un escaso 17,5%, y en las provincias del Centro y el Oeste (salvo Córdoba y Mendoza) se incrementaron sólo un 12 por ciento. Datos que muestran la brutal caída del consumo en el país más profundo.
Toda una definición del impacto de las políticas macristas que vuelven a ratificar la tesis «Macri gobierna para los ricos».
Ante la difícil situación, gran parte de la población sigue saliendo a la calle. Las protestas comenzaron con los ruidazos por las tarifas, y se consolidaron en la marcha del 7M, la posterior del Día de la Mujer, las demostraciones docentes y la marcha del 24. Es una actitud que hay que saludar. Pero también indica la imperiosa necesidad de la construcción de una coalición política en torno a un programa económico, político y social, indispensable para guiar y consolidar la disputa por un modelo de país soberano que persiga un crecimiento con inclusión y equidad social.