Tiempo Argentino | Opinión
Por Carlos Heller
En una entrevista para La Nación, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, sostuvo: “Si uno mira concretamente lo que nosotros decíamos del segundo semestre hemos cumplido todo. Dijimos que iba a bajar la inflación y bajó, que iba a arrancar la obra pública y arrancó en todo el país, y dijimos que íbamos a estar en un sendero de crecimiento para el año próximo”. No obstante, los datos no parecen sostener tal afirmación.
La economía sigue evidenciando signos recesivos importantes. El consumo cayó un 7,5% en octubre, según la consultora CCR, cumpliendo tres meses consecutivos de caídas superiores al 7%, y cerrando el peor año desde 2002. Sucede que la reducción en la demanda de alimentos, bebidas, artículos de tocador y limpieza se produjo en todos los canales: los grandes supermercados evidenciaron caídas del 9%, mientras que los mayoristas también sufrieron bajas cercanas al 7 por ciento.
El Estimador Mensual Industrial del Indec arrojó en octubre la caída interanual más elevada del año, un 8%, con evolución negativa en todos los sectores, lo que indica la profundidad de la recesión manufacturera. El mayor declive se dio en textiles, con un reducción del 26,7%. Adicionalmente, el presidente de la Cámara Textil de Luján advirtió que “hay 5500 despidos a nivel nacional”, dato que completa el panorama sectorial.
La producción de acero crudo registró en noviembre una caída del 11,3% interanual según datos de la Cámara Argentina del Acero. El cemento exhibió valores levemente positivos luego de varios meses de fuertes caídas: los despachos aumentaron un 2,1% interanual en noviembre, incremento que no resultó suficiente para revertir la caída acumulada de los once meses, que ascendió al 11,7 por ciento.
El IPC del Indec evidenció en noviembre un aumento del 1,6%, con una preocupante suba del 1,9% en el rubro de alimentos y bebidas. Estos números indican las dificultades que se encuentran para que la inflación mensual se ubique por debajo del 1,5%, como prometieron los funcionarios macristas. En este aspecto, las decisiones de incremento en las tarifas de los servicios públicos no ayudan al proceso de desinflación: en la semana se informó que las tarifas eléctricas aumentarán en febrero y agosto, y se sumarán a los aumentos del gas para abril y octubre.
En su informe sobre Argentina emitido durante la semana, la Cepal sostiene que “la consecuente caída de la participación de los asalariados en el ingreso, que incide en la evolución del consumo privado en el corto plazo, se sumó a la retracción de la inversión, y no fue compensada por la evolución del gasto público ni por las exportaciones, que mostraron una expansión moderada”. El organismo estima que el año culminará con una caída del PIB del 2,0% para nuestro país (aunque los últimos datos lo ubican entre el 2,5% y el 3%), y espera un crecimiento del 2,3% para 2017, es decir, en el mejor de los casos, apenas recuperando la pérdida de este año.
Discusión por Ganancias
La llegada al Senado del proyecto de modificación al Impuesto a las Ganancias, votado por la oposición en Diputados, abrió nuevamente la puerta a intensas discusiones sobre el tema. El Ejecutivo operó sobre los gobernadores para que no se apruebe tal proyecto y llegar a uno nuevo, más cerca del elaborado por Hacienda. Este último se ubica en las antípodas de la promesa electoral por la cual los trabajadores no pagarían el impuesto, aunque, según el jefe de Gabinete, se trató “solo” de un spot de campaña. Marcelo Bonelli relata bien la situación (Clarín, 16/12/16) al citar los dichos del presidente: “No se dan cuenta de que los inversores los miran a ellos (a Massa y Urtubey) para ver qué van a hacer”. Y agregó: “Massa hace tiempo se comprometió conmigo a ser responsable en materia fiscal y ahora no cumplió. Por eso es un impostor”. Esta reflexión se produce, según Bonelli, debido a que desde Washington (evidenciando dónde se toman las decisiones) se transmitió que el desacuerdo entre Macri y Massa refleja una clara debilidad en la gobernabilidad de Argentina.
En esta tónica, desde el Senado se reclamó al Ejecutivo avanzar en una ronda de negociaciones destinada a consensuar un proyecto único.
Atentos a esta iniciativa, los grandes empresarios salieron a pronunciarse sobre el tema. El reelegido presidente de la Asociación Empresaria Argentina (AEA), Jaime Campos, sostuvo: “Necesitamos estabilidad porque eso les da tranquilidad a los que quieran invertir”. Daniel Funes de Rioja dijo que la UIA tenía que condenar la irresponsabilidad fiscal, mientras que Paolo Rocca declaró que “el país no puede aceptar otro conflicto, necesita gobernabilidad”.
Desde el sector minero se aseveró: “Aumentar la carga impositiva es hacer que se caigan la producción y el desarrollo. Hay que reactivar las minas y que la gente con buenos sueldos pague sus impuestos, porque esto es una cadena”. Es decir, que no tributen las ganancias empresarias pero sí los salarios: una sincera visión neoliberal.
Impacto externo
En la semana se conoció el aumento de la tasa de interés de referencia de la Reserva Federal (FED) de Estados Unidos, que llevó su valor al 0,75% anual, luego de un año de no modificarla. Tal decisión, y las eventuales subas que surjan en 2017, ya están influyendo en las variables financieras y en los precios de las materias primas, y seguirán impactando en nuestro país y en América Latina.
La FED indicó que las condiciones económicas (un incremento moderado de la producción, asociado a una todavía débil inversión) solo permitirían futuros incrementos graduales en la tasa de referencia. Todo indica que el incremento en las tasas llegó para quedarse.
Este tema forma parte de una de las principales reflexiones del Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe, producido por la Cepal: el “aumento en las tasas de interés en Estados Unidos puede resultar en mayores costos financieros”.
El informe indica, además, que “después de dos años de contracción, la región vuelve a tasas de crecimiento positivas pero bajas” y que “la recuperación se da en un contexto externo de crecientes incertidumbres que llaman a la cautela”.
Los datos de nuestro principal socio comercial, Brasil, no permiten el optimismo: el propio Banco Central indicó que el PBI tuvo una caída en los últimos 12 meses del 5,3%, mientras que la Cepal espera solo un 0,4% de aumento en 2017.
Tal como se detalló, las incertidumbres están a la orden del día en el contexto internacional, lo cual ya está impactando plenamente en la economía de nuestro país, con elevada volatilidad de las variables financieras.
Teniendo en cuenta que el gobierno tiene al financiamiento externo como uno de los principales ejes de su gestión, se agravará el costo de una política ya de por sí negativa. Esto es debido a que los sucesos externos impactan negativamente sobre la disponibilidad de fondos, ya sea por la mayor tasa de interés que habrá que pagar, como por la eventual escasez del mismo, debido al conocido “vuelo a la calidad”, en el cual los inversores llevan sus capitales hacia los países centrales, en los cuales están aumentando las tasas de interés.
La extrema liberalización y desregulación impuesta por la gestión de Mauricio Macri lleva a que los sucesos externos impacten plenamente sobre la economía argentina. Atrás quedó la gran cantidad de medidas tomadas por los gobiernos de Néstor y Cristina que amortiguaban los impactos externos, con el objetivo de defender el mercado interno y el consumo popular.