Tiempo Argentino | Opinión
El jueves se inició un nuevo período gubernamental. Mauricio Macri tomó posesión como presidente de la Nación, tras haber ganado en un proceso electoral que no ha recibido objeciones desde el punto de vista de los procedimientos y de la transparencia, ni de la legitimidad del resultado.
También es cierto que hay una sociedad que por mitades se expresó por un cambio de rumbo (51,34%) o por la continuidad de las políticas aplicadas en los últimos doce años (48,66%). Más allá de los números, esta situación indica que una gran parte de la población (incluso una porción que votó a Cambiemos) evalúa positivamente los logros sociales obtenidos en los doce años anteriores y, por lo tanto, pone una exigencia precisa al nuevo gobierno.
En este sentido, en su discurso de asunción Macri definió algunas líneas de acción con las que no se puede disentir, por ejemplo al expresar: «Vamos a universalizar la protección social para que ningún chico en la Argentina quede desprotegido.»
Uno de los ejes de acción que mencionó es el de «pobreza cero». Cómo no estar de acuerdo. Yo siempre he sostenido que el único nivel aceptable de pobreza es cero, como una gran aspiración que guíe las políticas del gobierno. Pero ese logro debe obtenerse necesariamente con una fuerte acción del Estado, que intervenga en los mercados para mejorar la distribución del ingreso. Es reconocido internacionalmente que sin esta condición será muy difícil avanzar hacia ese exigente objetivo de terminar con la pobreza.
El Presidente también llamó a «un tiempo de diálogo, de respeto y de trabajo conjunto». Varios de sus ministros se han referido a su intención de trabajar con un acuerdo económico y social, principalmente para enfrentar el proceso inflacionario. Una situación que se ha profundizado a partir de la instalación de las expectativas de devaluación, y que seguramente se consolidará con el nuevo régimen cambiario. El acuerdo se podría subscribir si tuviera por objeto bajar la nominalidad de los ajustes (principalmente salarios y precios), y siempre en la medida que dicho proceso no signifique una pérdida en el poder adquisitivo de los salarios. Esta condición resulta esencial para fomentar la demanda en el mercado interno, y sostener a gran cantidad de PyMEs que producen para el mismo, y por esta vía generan una parte importante del empleo total.
Cabe señalar también la valiosa asistencia de presidentes de naciones hermanas a la asunción de Macri. Evo Morales (Bolivia), Dilma Rousseff (Brasil), Michelle Bachelet (Chile), Juan Manuel Santos (Colombia), Rafael Correa (Ecuador), Horacio Cartes (Paraguay) y Tabaré Vázquez (Uruguay) han estado presentes, ratificando la importancia de la unidad latinoamericana. El latinoamericano es un eje de alineamiento internacional que debería continuarse, reforzando las diversas instituciones que se han creado en estos años. Si bien la profundización de la integración latinoamericana es un proceso complejo, podemos estar seguros que los alineamientos con otros bloques económicos que persiguen el librecambio ilimitado no son beneficiosos para nuestro país. Estos últimos son especialmente perjudiciales para nuestras PyMEs industriales, las que históricamente han sufrido los distintos períodos de extrema apertura comercial. Los elogios a la Alianza del Pacífico, e incluso al ALCA, que fueron expresados por miembros prominentes del actual gobierno, no serían las orientaciones más adecuadas para impulsar el desarrollo en nuestro país. Aún no han habido medidas específicas en este sentido, pero creo necesario recordar la gran movilización popular en el plebiscito No al ALCA realizado en 2003, que reunió más de dos millones de firmas, y cuyo espíritu aún subyace en la sociedad.
Los buitres siguen acechando
Un abordaje a este tema puede comenzar por la publicación en la web de La Nación de una nota multimedia titulada «Diccionario K: el léxico que marcó una etapa en la Argentina». Entre varias entrevistas, se pueden citar los dichos de José Luis Espert: «Una palabra icónica durante el kirchnerismo ha sido buitres. Al buitre hay que verlo como en un sistema darwiniano, cumple su función de disuadir a los gobiernos de defaultear sus deudas de manera irresponsable como lo hizo la Argentina”. Cabe destacar que el término fondos buitre no es un exclusivo lenguaje kirchnerista, sino que es muy utilizado en la prensa internacional. Incluso hubo un proyecto de ley en EE UU de agosto de 2008 denominado «Ley para frenar a los fondos buitre», que, por supuesto, no llegó a ser aprobada, aunque ya utilizaba la palabra «buitres».
El propio diario da pruebas de la amplia utilización del término, cuando titula “Los fondos buitre, disgustados con el nuevo equipo económico” (La Nación, 10.12.15). El matutino mitrista relata que Luis Caputo, (designado Secretario de Finanzas) se reunió con el mediador, Daniel Pollack, y además con bancos internacionales, con el objeto de conseguir financiamiento.
Esta decisión de buscar financiamiento generó en los fondos buitre un rápido rechazo. Éstos expresaron que “esperan que no sean necesarias nuevas acciones legales”. Sostuvieron además que «la nueva administración está ignorando los derechos de los holdouts cuando hablan con los bancos para obtener dinero; deberían hablar con ellos al mismo tiempo».
Las expresiones citadas indican que los buitres siguen siendo buitres, independientemente del signo ideológico del gobierno argentino. Su negocio siempre ha sido obtener el mayor rendimiento de sus inversiones, y no se los convence con buena voluntad. Ellos actúan según los fríos números. De allí que no parece que la negocia ción vaya a ser fácil y, casi seguramente, será muy costosa. Este tema nos lleva a otro de mayor amplitud, que es la difícil situación internacional que tendrá que afrontar el nuevo gobierno, similar a la que tuvo que enfrentar la gestión de Cristina Fernández. En este contexto de revalorización del dólar (y de la ya casi segura alza en las tasas de interés de referencia norteamericanas) los capitales están huyendo de los países en desarrollo, con lo cual resultará mucho más difícil conseguir financiamiento internacional a tasas adecuadas (sumado a las trabas impuestas por los fondos buitre). Se comenta que se estaría negociando la ampliación del swap de monedas con China, una estrategia adecuada, aunque fuertemente criticada tiempo atrás por los actuales miembros del equipo económico. Bienvenida esta financiación en la medida que evite que se termine cayendo en el financiamiento del FMI, una dura historia que ya hemos vivido y que sería muy penoso volver a transitar.
Vara alta
En su discurso en el Congreso, Macri ratificó su compromiso de «trabajar incansablemente en los próximos cuatros años para que todos los argentinos, especialmente los que más lo necesitan, al terminar este período estén viviendo mejor». Un objetivo elogiable, aunque partiendo de los elevados niveles de inclusión, ocupación y consumo que deja el gobierno saliente, constituye una vara muy alta sobre los resultados posibles de su gestión. Propósito que difícilmente se logre si se privilegia el libre mercado, que siempre está dominado por los intereses de los grandes grupos económicos, de cuyo seno ha salido gran parte del elenco ministerial del gobierno. Los pasos futuros permitirán observar en qué medida las políticas del gobierno nacional se acercarán o alejarán de este proclamado objetivo de bienestar general. «
Artículo publicado en el diario Tiempo Argentino el domingo 13 de Diciembre de 2015.