Tiempo Argentino | Opinión
En la inauguración del V Foro Mundial de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en México, «Transformando las políticas, cambiando vidas», su Secretario General, José Gurría, señaló que «la economía mundial sigue siendo frágil luego de ocho años de una de las mayores crisis» y que es mucho el trabajo que debe llevarse adelante para superar los efectos de la crisis; además agregó que «las políticas fallarán en construir una mejor sociedad si no toman en cuenta las necesidades de todos sus miembros, particularmente las de los muy jóvenes». Un criterio que no cuestiona en lo más mínimo el manual neoliberal del ajuste y la reforma estructural.
Según el informe que presentó Gurría, «¿Cómo va la vida?», en los 34 países «avanzados» de la OCDE, uno de cada siete niños vive en la pobreza, casi 10% de ellos en familias desempleadas, y uno de cada diez es víctima de acoso escolar. A su vez, desde el inicio de la crisis económica, la tasa de pobreza infantil ha aumentado en dos tercios en los países de la OCDE y supera a la de la población general en la mayoría de las naciones. Países como Grecia y España continúan afectadas por «el alto desempleo y una menor remuneración», o por «la menor asequibilidad de la vivienda».
España es un ejemplo interesante para analizar el ajuste desde su faceta política. El gobierno retrasó las elecciones al 20 de diciembre para aprobar con anterioridad el Presupuesto 2016, en una complicada reunión en el Congreso con 585 votaciones del pleno para unas 4222 enmiendas, ninguna validada por el Partido Popular (PP). A pesar de este esfuerzo, el Presupuesto fue enérgicamente criticado por la Comisión Europea, indicando que ni el crecimiento ni la reducción del desempleo serán tan optimistas como espera el gobierno español. Bruselas cree que España «corre el riesgo de no cumplir con el Pacto de Estabilidad y Crecimiento”, que establece una meta del 3% de déficit fiscal, y que no podrá lograr un valor menor al 3,5% el próximo año, ante lo cual debería aplicar un nuevo ajuste cercano a los 10 mil millones de euros para encuadrarse, una cuestión electoralmente incómoda para el actual gobierno.
No deja de ser llamativo que el ministro de Hacienda alemán, Wolfgang Schäuble, quien mantuvo una posición inclemente con Grecia en las negociaciones del ajuste, haya abogado por suavizar el informe de la Comisión Europea sobre España, pasando de la exigencia de ajuste original a una recomendación, dando además por hecho que este año no habrá ajuste, el cual quedará para el próximo gobierno. Estas actitudes demuestran claramente que las decisiones de Bruselas están determinadas por los intereses políticos, en este caso, para proteger ante las próximas elecciones al Partido Popular, ya que es el que defiende los ajustes.
En un reciente artículo, Joseph Stiglitz analiza también la política española, y en ese espíritu criticó el mensaje alarmista que los partidos políticos tradicionales de España lanzan sobre las nuevas formaciones e incriminó al Partido Popular por gestar un «miedo electoralista» no justificado.
El Nobel comentó que este «miedo electoralista» es algo que «pasa en todas partes», pues los partidos de derecha «meten miedo cuando no pueden convencer a la gente con argumentos». Respecto a lo económico, Stiglitz advirtió que con la tasa de mejora actual, España tardaría «años, quizá una década, en volver a ser una economía normal», lo cual generará una enorme destrucción de su potencial crecimiento futuro, para remarcar que «es un gran error» que el gobierno hable de éxito.
En un plano más teórico, se otorgó el Nobel de Economía 2015 a Angus Deaton, profesor escocés de microeconomía, lo cual puede entenderse como un reconocimiento a todos aquellos que desde un supuesto saber científico intentan justificar el ajuste. De hecho, en una columna del diario español El País (2012), se explayó sobre los problemas que conllevan los planes de austeridad, tomándolos como inevitables pero dejando una luz de «esperanza y de consuelo», si se los toma desde una «perspectiva y un modo de pensar diferentes». En concreto, el catedrático señala la necesidad de tener en cuenta «las emociones» de las personas, alegando que «aquello que nos produce alegría no depende tanto del dinero». Concluye entonces que «los programas de austeridad deben diseñarse para proteger a los más desfavorecidos (…) si eso se logra, hay muchas menos razones para preocuparse por la felicidad. La gente seguirá siendo igual de feliz (o infeliz) que antes, se preocupará quizá un poco más pero (…) disfrutará igual de sus vidas». Para mayor sorpresa, el Comité Nobel valoró a Deaton por su «análisis del consumo, la pobreza y el bienestar», dando una clara idea de los intentos de relegitimación que persiguen las huestes del pensamiento neoliberal.
Restricción externa
Recientemente se conoció un informe de la CEPAL donde se proyecta una baja de las exportaciones de nuestra región del 14% para este año, un desempeño que afecta a casi todos los países.
Sería el tercer año consecutivo de caídas crecientes, algo que no se observaba desde principios de los años treinta, y terminará afectando el crecimiento económico de 2015 (-0,3%). De hecho, ésta es la primera caída desde 2009 –cuando asistíamos a una fuerte recesión global, con eje en las economías avanzadas—, la cual dificultará el avance en el frente social y en temas esenciales como la distribución del ingreso.
Las causas más inmediatas del desempeño regional se encuentran asociadas a la baja de los precios de las materias primas y a la debilidad del comercio mundial. Estos fenómenos a su vez están emparentados con la renuencia de las economías avanzadas a impulsar la actividad mundial, y con la reciente apreciación global del dólar, resultado de la amenaza constante de suba de tasas por parte de la Reserva Federal, acompañada por importantes salidas de capitales de la periferia. Ante ello, la respuesta de una gran cantidad de países de la región ha consistido en permitir que la monedas se deprecien, como forma de estimular las exportaciones, algo que para la CEPAL tiene «efectos limitados». Esta definición deja en claro cómo funciona el mecanismo por intermedio del cual las economías avanzadas le hacen pagar el costo del ajuste a la periferia. El combo cierra mediante la aplicación de políticas monetarias y fiscales contractivas, que siguen el pulso de las recomendaciones típicas de los organismos de crédito, y la mirada inclemente de las calificadoras de riesgo.
Una segunda observación –más estructural y con la mirada puesta en el futuro—, está asociada a la continua presencia de la restricción externa de divisas. En gran parte se halla emparentada a un patrón de especialización que descansa, según la CEPAL, en una estructura exportadora «poco diversificada, especializada en recursos naturales y en bienes de bajo contenido tecnológico», lo opuesto a lo que ocurre con las importaciones. Esta situación hace más dificultosa la salida de la situación actual, y muestra que «la estructura de incentivos (de mercado) durante el período de altos precios de las materias primas no impulsó al sector empresarial a invertir significativamente en esa línea». Cae de maduro que esta situación de vulnerabilidad regional solo podrá ser superada a partir de una visión política que promueva el cambio estructural a partir de la integración entre países semejantes y de la presencia activa de los Estados, planificando la política industrial y el desarrollo, algo que el mercado es incapaz –ni tiene intenciones– de realizar. «
Artículo publicado en el diario Tiempo Argentino el domingo 25 de Octubre de 2015.