Perfiles de la nueva fase política

Página/12 | Opinión.

El 10 de diciembre se abrirá una etapa diferente en la consolidación y desarrollo de un modelo nacional, popular, democrático y latinoamericanista de inspiración emancipadora.

En el caso, altamente probable, de que gane el Frente para la Victoria, su candidato presidencial y muchos postulantes a cargos en el Estado han señalado que las directrices del proyecto iniciado en 2003 seguirán vigentes: unidad e integración regional, fortalecimiento con los Brics y Asean + China; fuerte papel del Estado en la regulación de la vida social y económica en un esquema de fortalecimiento del mercado interno y defensa del empleo; flotación administrada del tipo de cambio a través del Banco Central; Memoria, Verdad y Justicia para las víctimas del genocidio en Argentina; política pública fundada en la ampliación sostenida de derechos, especialmente para los sectores más vulnerables; desarrollo de la ciencia y la tecnología en una perspectiva de soberanía cognitiva y científica; avances en la soberanía agroalimentaria y en la construcción de un modelo productivo sustentable.

Por el contrario, va de suyo que si ganara la oposición intentaría desandar las conquistas de este período; pero con claras minorías institucionales (no tiene mayorías parlamentarias, ni gobernadores provinciales afines) y con fuertes oposiciones de los movimientos sociales y políticos sería muy difícil que lograra desarticular las políticas iniciadas y desplegadas hasta hoy. Por lo tanto, y a diferencia de lo que declaman los pregoneros del fin de época, lo que se perfila es más bien un cambio de etapa dentro del mismo proyecto.

Claro que el nuevo Presidente y las fuerzas políticas que lo acompañan deberán enfrentar diversos escenarios de disputa en pos de mantener y profundizar el rumbo iniciado el 25 de Mayo de 2003 por Néstor Kirchner y luego continuado por la presidenta Cristina Fernández. Hay que avanzar con una reforma tributaria profunda y progresiva; si bien la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central ha sido un gran avance, es necesario profundizar la reforma del sistema financiero a través de la Ley de Servicios Financieros; será necesaria la revisión y reformulación del modelo productivo vigente, que contiene perfiles extractivistas y de reprimarización; en el plano de la salud y la educación hay que avanzar en la nacionalización de ambos sistemas. En el marco de la búsqueda de una sociedad con contenidos de justicia social y emancipación, resulta imperativo promover la difusión más amplia y sostenida del modelo cooperativo, se deben profundizar los mecanismos de democracia protagónica y participativa que contribuyan a desmercantilizar la vida social; hay que lograr la aplicación plena de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual –herramienta de democratización de la palabra pública– que ha sido parcialmente aplicada por la complicidad de una parte conservadora del Poder Judicial con el poder mediático. Y además resulta necesaria una profunda reforma en las fuerzas de seguridad.

Claro está que todas estas políticas acordes con el rumbo del modelo actual tendrán profundas resistencias por parte de la derecha conservadora en todas sus expresiones, aunque en la campaña electoral se hayan disfrazado de contemporizadores, pues saben que la mayoría de la sociedad no quiere volver al pasado.

El caso de Mauricio Macri resulta paradigmático en materia de discurso errático y contradictorio. Pero si nos guiamos por su labor en la Ciudad de Buenos Aires, su política pública ha reconfigurado el espacio del Estado. Por ejemplo, en educación ha reducido sustancialmente el presupuesto (de casi el 28 por ciento en 2007 a algo más del 20 por ciento en 2015) a la vez que ha impuesto lineamientos tecnocráticos fundados en la evaluación como dispositivo de regulación y control.

Su discurso vacío pero agresivo promete un cambio radical en la Argentina hacia contenidos retrógrados a gusto de los poderes concentrados, llámense Sociedad Rural o Asociación Empresaria Argentina. Esto contrasta con la afirmación de Daniel Scioli a propósito de que lo conseguido hasta aquí es una plataforma irrenunciable y que desde este piso hay que desplegar distintas líneas que profundicen, subsanen lo erróneo, y completen lo pendiente.

Si nos detenemos a observar el escenario más general, el nuevo gobierno amanecerá en un contexto mundial de crisis recesiva y profunda injusticia social, un orden global en el cual la potencia militar más importante desconoce el derecho internacional e implanta la ley del más fuerte; y en el que se han debilitado las economías en todo el planeta, con la lógica consecuencia de dificultades para avanzar en la unidad e integración regional.

En el campo de la economía, en Argentina será preciso profundizar el modelo productivo que privilegie el mercado interno y el empleo, preservando de este modo el interés nacional, a la vez que fortaleciendo el rumbo hacia la integración productiva y comercial regional. En este proceso, por ejemplo, el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica constituye una novedad en la disputa global y regional, pues se trata de una iniciativa que impulsa EE.UU. como respuesta a la aparición de un mundo multipolar que se expresa en la emergencia y consolidación de bloques económicos, culturales y políticos que desafían la hegemonía neoliberal. Unasur, Celac, Brics y Asean + China, por ejemplo, constituyen amenazas al orden uniforme que se estableció en los años noventa. Este Acuerdo, por tanto, intenta revertir, o al menos ralentizar, las alianzas nacionales que plantean un nuevo orden económico, social, cultural y político planetario. En ese sentido, el reto es fortalecer los bloques regionales y de unidad sur-sur que en estos años nos tuvieron como protagonistas relevantes.

Argentina necesita la continuidad y profundización del modelo en curso, y los procesos emancipatorios así lo valoran. Cabe destacar lo taxativamente expresado en la Declaración Final del XXV Foro de San Pablo: “Convocamos a todas y todos a la batalla que constituyen las próximas elecciones presidenciales en Argentina, en el mes de octubre de este año, respaldando y apoyando a la fórmula Daniel Scioli y Carlos Zannini. En estas elecciones, la disputa es nuevamente intensa entre las fuerzas populares y de izquierda contra la derecha y los medios de comunicación, que siguen cumpliendo el papel de principales ‘partidos de oposición’”. Esa victoria es de gran importancia para la continuación del proceso de transformaciones económicas, sociales y políticas en la región latinoamericana y caribeña”.

* Diputado nacional Partido Solidario.

Nota publicada en Página/12

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