Por Carlos Heller
En primer lugar reconocemos que no estamos satisfechos por el resultado logrado, tanto por el caudal del FPV, como por el que nosotros obtuvimos dentro del espacio al que pertenecemos.
Nuestra fuerza abordó inicialmente este proceso electoral con la legítima aspiración de la renovación de la banca legislativa de Edgardo Form y una nominación en las listas que nos permitiera obtener la elección de no menos de tres o cuatro comuneros. Esto implicaba un acuerdo con los aliados en el Frente Nuevo Encuentro; nuestra aspiración era justa teniendo en cuenta las interacciones y proporciones que se fueron dando a lo largo de nuestras relaciones.
Lamentablemente, cuando llegó la hora de concretar las listas, el EDE nos planteó de manera intransigente que la banca legislativa debía ser para ellos y que la distribución de candidaturas a comuneros debía ser notablemente mayoritaria para ese partido.
A partir de esta situación de ruptura, que no deseamos ni buscamos, asumí la responsabilidad, que no estaba en nuestros planes, de encabezar una lista que pudiera contener la nominación de nuestros compañeros. También cabe recordar que una vez que tomamos esta decisión tuvimos diversas señales de apoyo por parte de destacados referentes del kirchnerismo porteño, que posteriormente no se cumplieron. No solo no se dio ese apoyo, sino que se plegaron y militaron la “opción oficialista”.
En este marco cabe valorar que hemos recibido el ofrecimiento de unidad y apoyo del Movimiento Evita, aspecto que cobró forma en el armado de la lista y en la participación activa de sus principales referentes en la campaña, además de una comprometida participación de su militancia junto a nuestros compañeros.
Formamos parte de una coalición que ha venido transformando el país desde hace más de una década. Nuestra presencia en el poder legislativo nacional y en otros ámbitos de gestión en todo el país es parte y resultado incuestionable de este gran balance que debemos hacer y que nos sirve como marco de referencia para las evaluaciones coyunturales.
No cabe duda que, no solo en nuestro país sino en la región, los gobiernos de nuevo signo, que han roto con el paradigma neoliberal, se encuentran atravesando distintos tipos de disputa, de mayor o menor intensidad, que se despliegan en los niveles económicos, sociales y culturales en forma continuada, y se condensan en cada hito electoral del sistema democrático.
En Argentina todos sabemos que este año es muy importante para la continuidad o no del modelo emergente en el 2003; las elecciones presidenciales en octubre, sin posibilidades de reelección de la Presidenta, abren una serie de escenarios posibles e inciertos a la fecha.
En este tiempo que transcurre hasta octubre se dan las elecciones provinciales que constituyen una antesala, una referencia ineludible aunque no mecánica, para la compulsa presidencial. Dentro de este gran proceso percibimos que el kirchnerismo también es un campo de tensiones, de visiones, que para nosotros se sintetiza en una posibilidad o una esterilización.
La posibilidad es que sea la fuerza amplia, plural, diversa y movilizadora de las más amplias mayorías que pretenden consolidar todo lo que se ha hecho bien y bregar por conquistar lo mucho que falta. La esterilización podría ser que el kircherismo termine siendo solo una corriente más del justicialismo.
Con esta mirada nos metimos en la disputa política interna de las PASO. Una diferenciación conceptual profunda que intentamos, y que no logramos, instalar en la sociedad porteña. Las razones son muchas y variadas.Entre ellas el poco volumen publicitario como consecuencia de nuestra limitada capacidad en materia de recursos económicos.
No obstante, la claridad de nuestras consignas en la campaña, y de nuestro discurso, prendió en el espacio del kirchnerismo y en algunos de los candidatos estuvo presente este mensaje como una especie de sinceramiento tardío de lo que se debe corregir. La consigna “el futuro del kirchnerismo se disputa hoy” y la apelación a quienes desean un kirchnerismo “diverso, amplio y plural” que levantamos en toda la campaña tuvo una gran resonancia por su valor estratégico.
La propia Presidenta le dio volumen a estos ejes de nuestro discurso en los actos que participó durante la campaña, y el propio Recalde lo incluyó como un concepto central en el discurso de la noche del 26, una vez conocidos los resultados electorales.
Estos aspectos que resaltamos como positivos en nuestra campaña hay que enmarcarlos, además, en un tipo de contienda especial, que fue asumida por todos los precandidatos del espacio como una “no confrontación”.
Esto generó que, salvo lo “amplio, plural y diverso”, no fue factible plantear mayores diferenciaciones, lo cual, sumado a las clarísimas señales de la consagración de Recalde como “el candidato oficial”, restó interés a nuestra propuesta.
Por todo lo dicho, debemos justipreciar que pese a lo magro del resultado cuantitativo conseguimos que nuestras ideas tuvieran un eco importante en el espacio kirchnerista del cual nos reafirmamos como integrantes.
Por ende y a modo de un primer balance, tomando debida nota de la frustración que nos produce que el FPV no haya sido la segunda fuerza y que dentro de ello, no lográramos las nominaciones de nuestro legislador Edgardo Form y de los comuneros, nos es posible marcar dos conclusiones cualitativas.
Una, que el propio resultado global logrado por el FPV en la Ciudad de Buenos Aires indica la necesidad de resignificar el kirchnerismo dándole mayor amplitud, pluralidad, y diversidad. Y la otra conclusión, que nos atañe especialmente, es que nuestra misión es justa y necesaria.
Se trata de trabajar políticamente poniendo eje en los sectores medios -con sus facetas más diversas-, de la cultura y en las entidades de la Economía Social de la sociedad argentina, para neutralizar las influencias de las ideologías retrógradas y conservadoras y contribuir a encolumnarlos en un frente de contenido emancipador, cuyo objetivo sea construir una sociedad con igualdad de oportunidades y justicia social. Y esto trasciende las fronteras de la Ciudad de Buenos Aires.
Continuaremos en esta lucha pues ésa es la razón de nuestra existencia como fuerza política.
De cara a la próxima etapa de la campaña en la Ciudad y con la absoluta convicción de que “el candidato es el proyecto”, vamos a apoyar e impulsar la candidatura de Mariano Recalde, con el mismo entusiasmo y compromiso militante que demostramos hasta el día de hoy. Ratificamos además que Martín Lousteau es una variante edulcorada, una “colectora”, del PRO, teniendo en cuenta que forma parte de la misma alianza junto con Mauricio Macri, Elisa Carrió y la UCR.
Nuestro primer objetivo es obtener el mejor resultado posible, para que el kirchnerismo llegue al ballotage con el macrismo y podamos dar el debate en esa instancia electoral, confrontando los dos modelos que están en disputa tanto en la Ciudad como en la Nación.