ESCENARIO ECONÓMICO
El lobby contra los acuerdos de Beijing y la aclaración de la UIA. Las claves del fallo inglés a favor de la Argentina.
Este jueves el jefe de Gabinete del gobierno nacional y cuatro ministros se reunieron con representantes de la UIA, para brindar detalles del acuerdo con China. El ministro de Economía, Axel Kicillof, informó a los empresarios que se ha demostrado de manera clara y objetiva que los acuerdos «no pasan por encima de convenios de inmigración y de ninguna ley laboral». Precisó que «si un trabajador chino viene a la Argentina lo hará bajo leyes argentinas y las leyes que regulan las relaciones de trabajo y las ramas correspondientes, como la construcción, en caso de represas».
Al finalizar la reunión, el presidente de la UIA, Héctor Méndez, comentó: «Hemos planteado inquietudes que se han clarificado, se han discutido.»
El lobby contrario al acuerdo con China trató incluso de incluir el apoyo de autoridades del gobierno de Brasil para hacerlo valer en el plano interno, contando para ello con el auxilio de ciertos medios. Pero si se analizan las crónicas de lo ocurrido en un desayuno que brindó la Embajada de Brasil en ocasión de la visita del nuevo canciller, Mauro Vieira, y del cual participó entre otras entidades la UIA, no se puede encontrar declaración alguna de funcionarios del país vecino que vayan en sentido contrario a la firma de los acuerdos. A lo sumo se plasman palabras de algunos empresarios brasileños, quienes sostienen que el acuerdo resentirá aún más a la industria de ese país. En cierto punto la preocupación no deja de ser válida, aunque hay que decir que en realidad es una consecuencia de una situación económica interna compleja, que se ve reflejada en las estimaciones del Banco Central de Brasil, que estos días dio a conocer una caída del PBI del 0,15% para 2014. Los anuncios de ajuste fiscal, así como el débil panorama internacional, presuponen una continuidad de esta compleja tendencia.
Tampoco hay que olvidar que Brasil y China ya habían firmado 32 acuerdos en 2014, algunos esenciales para fomentar la inversión en infraestructuras y otras áreas como energía. Incluso en 2013 ambos acordaron un esquema de swaps de monedas por un monto de U$S 30 mil millones, casi tres veces el firmado por nuestro país. Así, cuesta creer que con los acuerdos de Argentina con el país asiático pueda verse dañado el vínculo entre ambos países latinoamericanos, relación que fue refrendada por los cancilleres en una reunión protocolar llevada a cabo en Casa Rosada. Allí Héctor Timerman sostuvo que «la relación con Brasil es la más estratégica de todas las alianzas». En tanto que para el canciller Vieira, «el nivel de interlocución que tenemos, el intercambio de visitas, las reuniones bilaterales, son una prueba concreta de la importancia de la relación».
La saga contra los acuerdos con China continuó en una nota del diario oligopólico, en la que el autor se muestra horrorizado por el endeudamiento que significan los convenios con China, a pesar de reconocer que se destinarán a inversiones en infraestructura para la construcción de dos centrales eléctricas y dos nucleares y la compra de trenes, además del swap. La tasa pactada del 3,5% anual fue comparada por la presidenta Cristina Fernández con las tasas usuales de financiamiento comercial de entre el 6,5 y 8,5% anual; una excelente tasa, logro que se trató de minimizar en la nota aludida con un recurso risible, expresando que «cabría recordar que Bolivia coloca deuda al 4 por ciento».
También en la misma nota, un analista no identificado se pregunta: «¿Por qué un gobierno que se está yendo en diez meses toma compromisos de esta magnitud, a largo plazo?», intentando instalar la idea de que en el último año el gobierno no debe tomar decisiones y como si ya tuviera el resultado de las próximas elecciones. Este gobierno gestiona porque lleva adelante un proyecto político, económico, social y cultural que piensa en las necesidades de los argentinos, en el corto pero también en el largo plazo. Quien se hizo esta pregunta y quien la publicó no tienen en cuenta la decisión de Cristina de no legar una inmensa deuda a futuros gobiernos, al no haber pagado a los fondos buitre según el fallo de Griesa, como solicitaron varios políticos y analistas locales. Sobre este asunto, Kicillof fue explícito: «Diputados del PRO decían que hay que pagarle a los buitres lo que piden, pero no se puede. Si se pagaba (antes de enero) eran U$S 1500 millones y por la fórmula win-win eran U$S 20 mil millones y por la RUFO eran U$S 500 mil millones. Eso no se va a hacer con esta Presidenta, ni con este ministro de Economía.» Una declaración contundente, que fija el rumbo de las futuras negociaciones.
En este tema, se produjo una noticia positiva, que es el fallo de un juez británico por el cual interpreta que la jurisdicción de Nueva York no puede imponerse sobre la de Londres. De todas formas, según informó Bloomberg, el juez británico se negó a autorizar una orden en contra del Bank of New York Mellon (BONY) para hacer efectivos los pagos de los títulos en cuestión, a la vez que señaló que estaba muy preocupado por no entrometerse en cuestiones que se encuentran bajo la órbita del sistema judicial estadounidense. De allí que este fallo es una forma de presión importante para el juez Griesa, pero será éste quien deba decidir si libera el pago. Hay que tener en cuenta que el fallo se aplica a bonos por 226 millones de euros (U$S 258 millones), una parte importante de los U$S 539 millones que Argentina depositó en dos cuentas del BONY en Buenos Aires para pagar los vencimientos correspondientes a los bonos Discount. Si los títulos bajo legislación inglesa se liberan del corralito de Griesa, se reducirá el monto de la deuda en tal condición.
Siguiendo con la deuda y su tratamiento mediático, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires colocó bonos por U$S 500 millones a cinco años a una tasa del 8,95%, lo cual fue visto por varios medios como un logro. Sin embargo, YPF colocó la semana anterior al mismo plazo títulos al 8,5%, una buena tasa, pero esos mismos medios presentaron la operación como un cierto fracaso y una falta de confianza, aduciendo que «YPF sólo consiguió U$S 500 millones cuando salió a buscar 750». Omitieron comentar que en realidad se presentaron más de U$S 1500 millones y que YPF tomó hasta lo que consideró la tasa de corte aceptable, que resultó mejor que la obtenida por el gobierno de Macri.
Aquí quedan claros los dos modelos, por un lado el macrista, que repite los errores de los noventa, endeudándose en dólares, bajo la presión de conseguir nuevo financiamiento en moneda dura para pagar los vencimientos de deuda, en una administración que no posee ingresos en dicha moneda. Por el otro lado, el financiamiento es para inversión en infraestructura; en el caso de YPF se trata de una empresa que produce un producto que cotiza en dólares, mientras que las inversiones en energía acordadas con China por el gobierno nacional ahorrarán a futuro dólares de las importaciones de hidrocarburos que hoy se realizan.
Continuando con el tema de la deuda soberana, según un informe de la consultora McKinsey & Co, citado por el Financial Times, «la deuda mundial ha alcanzado nuevos niveles, a pesar de las dolorosas consecuencias de la crisis financiera». En una muestra de 47 países en la era post crisis, ninguna de las principales economías del mundo logró reducir su deuda con respecto al PBI, mientras que sólo cinco economías en desarrollo lograron hacerlo. El caso argentino, llamativamente omitido en el análisis del informe que hace el Financial Times, se encuentra en el grupo de los únicos cinco países que experimentaron un «desapalancamiento» de su deuda. En efecto, según el análisis del citado informe, el ratio deuda/PBI de nuestro país en el periodo 2007-2014 presenta la mayor reducción (11 puntos porcentuales) frente a economías como Irlanda o Grecia, en las que este guarismo se incrementó en más de un 100 por ciento.
Para finalizar la nota, deseo reflexionar sobre las expresiones del exsecretario de Finanzas y actual integrante de los equipos del massismo, Guillermo Nielsen: «Si tuviéramos un gobierno responsable y patriótico, ya tendría que estar negociando (con el FMI) un stand by para lograr entre U$S 15 y 20 mil millones.» No hay forma de desligar al FMI del ajuste fiscal y a este de la recesión. Se ha demostrado en innumerables oportunidades y en artículos académicos del propio organismo. Si «como muestra basta un botón», resulta evidente que declaraciones como esta ayudan a dilucidar las verdaderas estrategias de muchos candidatos a presidente y sus equipos económicos, y avizorar los negativos efectos que, de ser electos, sus gestiones tendrían en el ámbito económico y social de nuestro país.
Artículo publicado en el diario Tiempo Argentino el domingo el 15 de Febrero de 2015