ESCENARIO ECONÓMICO
La relación con China excede lo comercial, tecnológico y científico, y se extiende hacia las relaciones políticas.
Durante la visita de la presidenta Cristina Fernández a la República Popular China se firmaron 22 acuerdos, en el marco de la «relación estratégica integral» que, tal como reconoce la declaración conjunta, se gestó en julio de 2014 con la presencia en nuestro país del presidente chino, Xi Jinping, coronando la «relación estratégica» iniciada en 2004 por los entonces jefes de Estado Néstor Kirchner y Hu Jintao.
Esta relación estratégica integral excede lo comercial, tecnológico y científico, y se extiende hacia las relaciones políticas, compartiendo posturas en organismos internacionales, como se expresa abiertamente en el acta de la primera reunión de la Comisión Binacional Permanente entre ambos gobiernos. El documento expresa que «como grandes países en vías de desarrollo e importantes actores de mercados emergentes, China y Argentina estrecharán la cooperación estratégica en las organizaciones internacionales y mecanismos multilaterales tales como la ONU, la Organización Mundial de Comercio (OMC) y el G-20, para coordinar oportunamente su postura sobre los importantes temas internacionales y regionales, defender los intereses comunes de los numerosos países en vías de desarrollo e impulsar la evolución del orden internacional hacia una dirección más justa, equitativa y racional». A partir de este reconocimiento, y de las fuertes relaciones con los otros países, podría pensarse que la participación de Argentina en los BRICS debería ser una lógica continuación de los esfuerzos diplomáticos desplegados en esta década por nuestro país.
Los acuerdos firmados son diversos, tratan sobre visas de turismo, actividades espaciales, construcción de un reactor nuclear, tecnología de la información y comunicaciones, carnes enfriadas, minería y financiamiento para las represas hidroeléctricas y otras actividades.
Varias voces criticaron aspectos laborales de los dos convenios que fueron previamente aprobados por el Senado y están a la consideración de Diputados.
En el caso del acuerdo para la instalación y operación de una estación de espacio lejano en Neuquén, queda claro en el artículo 5 que las relaciones laborales objeto del acuerdo «se regirán por la ley del lugar de ejecución del contrato», así como «en todos los casos, la Argentina ejercerá las potestades correspondientes al poder de policía en materia laboral y de seguridad e higiene». También se establece que «las remuneraciones y otros ingresos, abonados por el gobierno de China a los empleados de nacionalidad china, que trabajen en el proyecto, se regirán por la legislación del país de origen, siempre y cuando se respeten los derechos laborales consagrados en el presente», es decir, la ley argentina. Esto refuta de lleno el comentario de La Nación en su editorial del 3/2/15, que expresa que «se le concedió (a China) que serán sus leyes las que rijan el trabajo de los ciudadanos chinos allí».
En el convenio marco, también objeto de críticas infundadas, su artículo 6 expresa que cada parte otorgará facilidades a los nacionales de la otra, ya sean laborales o profesionales «en igualdad con los nacionales del Estado receptor, siempre que se hubieran concedido los permisos de residencia y trabajo necesarios para el ejercicio de dichas actividades».
Otro de los reproches se enfocó en la adjudicación directa de obras en la medida que estén sujetas a financiamiento concesional de China, pero las mismas deberán realizarse «en condiciones ventajosas de calidad y precio». Habrá que prestar atención para que la reglamentación sea eficiente en determinar esas condiciones ventajosas.
Más allá de las críticas, el papel de China como potencia es indiscutible, política y económicamente. Haciendo un simple cálculo, si cada uno de sus habitantes consumiera una pera y una manzana argentinas por año, tendríamos una demanda de casi 1400 millones de unidades de cada fruta. Las posibilidades de hacer buenos negocios son enormes.
Para redondear este tema, cabe comentar que Cristina resaltó, entre otras tantas cuestiones, el rol que le asigna el gobierno chino a las economías emergentes en el proceso de recuperación del crecimiento de la economía global, para terminar reflexionando que esta ha sido «una visita de Estado de las más importantes que hemos realizado».
CONSIDERACIONES SOBRE EL ENDEUDAMIENTO. En la semana, YPF realizó una colocación de dos bonos internacionales por U$S 500 millones. Si bien la intención inicial era colocar 750 millones, se decidió no convalidar tasas muy elevadas, y fijar los rendimientos en un 8,% y un 8,95 por ciento.
Estas tasas se lograron a pesar de que la agencia Moody’s calificó a la emisión con categoría Caa1, de carácter especulativo y con exposición a «muy alto riesgo» crediticio. Por ello el presidente de YPF, Miguel Galuccio, resaltó que «esta es una nueva muestra de confianza hacia YPF, a pesar de la fuerte volatilidad en el sector energético».
Distinta es la situación del alcalde porteño, Mauricio Macri, que debió salir de gira para conseguir financiamiento externo para enfrentar el futuro vencimiento de U$S 500 millones de deuda de la Ciudad. Es conocido que, desde que fue electo, Macri cuadruplicó el endeudamiento (pasando de U$S 571 millones en 2007 a 2105 millones a septiembre de 2014), conjuntamente con una casi total dolarización de la deuda.
Son dos modelos de deuda distintos, YPF tiene recursos en dólares (su producción), mientras que la Ciudad no los posee y queda sujeta al riesgo cambiario, afirmando el modelo de endeudamiento irresponsable que ya hemos sufrido en la Nación.
LAS PRESIONES SOBRE GRECIA. Las nuevas autoridades griegas comienzan a sufrir en carne propia las presiones cada vez más pronunciadas del establishment europeo, que se opone sin concesiones a las ideas del nuevo gobierno, quien, lejos de pretender un cambio radical de las condiciones, se ha venido concentrando en la necesidad de aliviar la carga del ajuste para retomar la senda de crecimiento. Esto ocurre tras seis años de recesión que dejaron una severa reducción de la actividad económica (22%) y un fenomenal desempleo (un 26% que llega al 50% en los jóvenes).
El Banco Central Europeo (BCE) anunció que a partir del 11 de febrero cerrará el grifo del auxilio a los bancos griegos con problemas de liquidez, al poner fin a un régimen especial que hasta el momento permitía acceder a sus fondos. La razón: el BCE acaba de decidir que los bonos griegos ya no serán aceptados como garantía de esas operaciones, por no cumplir con los requisitos mínimos de cobrabilidad. Esta decisión resulta aun más grave teniendo en cuenta que sólo entre diciembre y enero los depósitos del sistema bancario cayeron un 8,5 por ciento.
Tampoco deja de llamar la atención el sentido de oportunidad de la medida, dada a conocer poco antes de la primera reunión que mantuvieron el jueves las autoridades de Grecia y Alemania. Allí el contraste de posturas resultó evidente. Según el ministro germano Wolfgang Schäuble, Grecia debe seguir negociando con la troika, como parte de lo acordado en los planes de ayuda, dado que «los motivos del duro camino están en Grecia, y no en Europa ni en Alemania». Por su parte, el nuevo primer ministro griego, Alexis Tsipras, señaló que «Grecia no aceptará más órdenes, especialmente recibidas por correo electrónico.»
En una reciente nota, Joseph Stiglitz aborda el tema de las responsabilidades por el endeudamiento y deslegitima de forma contundente la aparente asepsia con que la ortodoxia intenta caracterizar el funcionamiento concreto de los mercados financieros. Según el Nobel de Economía: «Si se toma en cuenta la cantidad de angustia que provoca la deuda excesiva, uno podría preguntarse por qué las personas y los países se han puesto, repetidamente, en dicha situación.» De hecho, continúa Stiglitz, «podría decirse que los acreedores son aun más responsables: por lo general, estos acreedores son instituciones financieras sofisticadas, mientras que los prestatarios con frecuencia están en mucha menor sintonía con las vicisitudes del mercado y los riesgos asociados a los diferentes acuerdos contractuales». Para el Nobel, en el caso griego, lo que es «inmoral no es la reestructuración de la deuda, sino la ausencia de dicha reestructuración».
En este aspecto vale resaltar el comienzo formal de las tareas del Comité Especial de Naciones Unidas sobre los Procesos de Reestructuración de la Deuda Soberana, iniciativa motorizada por Argentina, que tiene por finalidad discutir las modalidades de un futuro marco regulatorio multilateral en la materia. –
Artículo publicado en el diario Tiempo Argentino el domingo el 8 de Febrero de 2015