La mayoría de los datos de la economía nacional indican que 2014 ha sido un año de amesetamiento de la producción, con sectores que han evidenciado aumentos y otros, disminuciones; en muchos casos las producciones sectoriales crecieron durante algunos meses y se redujeron en otros. Estos comportamientos no han permitido identificar una tendencia clara para la economía, y de allí la designación de esta evolución como «amesetamiento». De hecho, el PBI para todo el año 2014 arrojaría una variación cercana al 0% comparado con el año anterior.
Esta evolución se ha producido por características propias de la actividad de cada uno de los sectores, y estuvo influida por un entorno mundial negativo, junto con la presencia de políticas activas anticíclicas por parte del Estado Nacional. Cabe mencionar que de no haber existido estas políticas de fomento, la evolución de la economía hubiera sido significativamente negativa.
Haciendo referencias a la economía mundial, 2014 se caracterizó por una continua reducción de los pronósticos de crecimiento, principalmente para los países en vías de desarrollo; en octubre de 2013 el FMI proyectaba para este grupo un crecimiento del 5,1 % para 2014, pero la proyección de octubre de este año cayó al 4,4 por ciento. Mucho más profunda fue la corrección para América Latina y el Caribe, que comenzó con una proyección de crecimiento del 3,1% para todo 2014, para luego finalizar con una estimación del 1,3% para el mismo período, menos de la mitad de lo esperado, en especial influido por la evolución de Brasil.
A las economías desarrolladas no les ha ido tan mal, dado que estarían creciendo al 1,8%, una cifra escueta pero mayor a las de años anteriores. En esta evolución influye el comportamiento de la zona euro, que evidencia un modesto crecimiento del 0,8% para todo 2014, pero que es todo un logro comparado con los anteriores años de caída del producto. Estados Unidos evidencia un repunte en la última etapa del año, para ir cerrando con un valor anual del 2,2 por ciento.
Estas escasas cifras muestran claramente el impacto de las políticas de los países desarrollados, que se han orientado a trasladar su crisis al resto del mundo, ya sea por vía de la economía real, con una fuerte disminución del comercio mundial, ya sea por vía financiera, inundando de dólares la economía mundial para luego comenzar a revertir el proceso.
La reducción de los precios de las materias primas fue un elemento que impactó también en el menor crecimiento de los países en desarrollo. Un párrafo especial merece el derrumbe de los precios del petróleo hacia fin de año, producido por las condiciones propias de su explotación, pero también afectado por una «guerra» comercial entre los mayores productores. La presidenta Cristina Fernández lo expresó claramente en la reciente cumbre del Mercosur, al aseverar que el manejo del precio del petróleo ejemplifica que el mercado es un maravilloso eufemismo para esconder lo que en realidad sigue moviendo al mundo desde hace más de dos mil años y que son las razones políticas, la geopolítica y los intereses de los países. Una vez más, los países en desarrollo son impactados por las políticas de los centros mundiales de poder, aunque en el caso del petróleo, unos sufren mientras otros reciben un alivio.
El entorno mundial descripto también influyó en el comercio exterior de nuestro país, con exportaciones cayendo al 12% en los primeros once meses de este año e importaciones reduciéndose al 11 por ciento. Si bien el saldo comercial aún exhibe un importante superávit de U$S 6600 millones, la reducción, tanto de las exportaciones como de las importaciones, impacta negativamente sobre la producción nacional.
Para nuestro país, 2014 puede caracterizarse como un año de fuerte disputa ideológica y fáctica por el excedente, cuyos principales frentes fueron la determinación de los precios y del tipo de cambio.
El año comenzó con una fuerte especulación sobre el tipo de cambio, que generó conductas como subfacturación de exportaciones y el retraso del ingreso de las divisas, junto con sobrefacturación de importaciones y adelanto de los pagos por estos conceptos, comportamientos que redujeron los ingresos habituales al mercado cambiario. Estas presiones se resolvieron con una devaluación en enero, junto con medidas disuasorias de la especulación con las divisas del comercio exterior.
No obstante, las presiones sobre el tipo de cambio continuaron. Se produjo una retención de granos –al 10 de octubre de 2014 se había comercializado sólo el 64% de la cosecha de soja– que generó pérdidas a los productores debido a la caída de los precios, pero también al país, debido a los menores ingresos de divisas y de retenciones.
La especulación estuvo latente, intensificándose en septiembre, a partir de las operaciones especulativas con el contado con liquidación (compra de dólares vía el mercado bursátil) y con los valores del dólar ilegal. A partir de la asunción de Alejandro Vanoli en el BCRA, se profundizan una serie de medidas de control y transparencia de las operaciones financieras, a la vez que se cambian las expectativas con la ratificación de la política de flotación administrada, y el incremento en el stock de reservas internacionales. El valor del contado con liquidación bajó significativamente, evidenciando que los valores que había alcanzado eran producto de la burbuja especulativa y de las presiones para devaluar.
Cabe mencionar el incremento en las reservas internacionales, que terminan el año arriba de los U$S 31mil millones, fruto del acuerdo con las cámaras cerealeras para una mayor liquidación de divisas, del ingreso de los pagos por las licitaciones de telefonía móvil y, principalmente, del ingreso de U$S 2300 millones por la utilización del swap de monedas acordado previamente con el Banco Central de China.
Impulsados por la devaluación, los precios tuvieron un incremento importante en el primer trimestre del año, ritmo que fue descendiendo con el transcurso de los meses, y que en la actualidad la mayoría de los analistas más críticos ubican en un valor anualizado del 25 por ciento. El descenso en el ritmo inflacionario, si bien positivo, no oculta el elevado nivel de los aumentos de precios, producidos principalmente por la puja distributiva. Desde esta columna hemos sostenido que para encarar el problema inflacionario hay que meterse con las ganancias de las grandes empresas formadoras de precios, detectando los excesos de rentabilidad (asociadas con precios excesivos) en las distintas cadenas de valor. En este sentido, se aprobaron durante el año la ley de Nueva Regulación de las Relaciones de Producción y Consumo, y la ley que crea el Observatorio de Precios y Disponibilidad de Insumos, entre otras tantas iniciativas legislativas importantes. Estas dos leyes fueron altamente resistidas por el gran empresariado, que blandió su tesis de la intangibilidad de las ganancias y de los beneficios de la libre competencia, protegida de cualquier regulación del Estado, guión que marcó la postura de los políticos de la oposición. De esa forma, queda claro que el combate a la inflación debe darse tanto desde el plano concreto, con el estudio de los costos empresariales, como en el plano ideológico, para determinar si es la ganancia individual o el interés colectivo el que debe guiar el crecimiento económico y el desarrollo social.
El gobierno nacional prioriza el interés colectivo, y de allí que ha generado una serie de políticas de fomento a la economía, orientadas a garantizar el trabajo y fomentar el consumo de la población. En esta apretada síntesis no resulta posible enunciarlas todas, pero cabe destacar los incrementos en los haberes jubilatorios y los de la Asignación Universal por Hijo, junto con planes como el Ahora 12, el Pro.Cre.Ar, y el Pro.Cre.Auto, medidas que incrementan el consumo popular y, por lo tanto, tienen un efecto positivo sobre la producción y el trabajo.
Un tema relevante en el año que termina ha sido el hostigamiento de los fondos buitre hacia nuestro país, así como la enérgica y eficiente respuesta del gobierno nacional que, además de enfrentar el problema con total soberanía, llevó la cuestión a los distintos organismos internacionales y regionales, obteniendo contundentes apoyos. A modo de resumen de este tema y del balance realizado en esta columna, cabe preguntarse qué hubiera sucedido si se hubieran seguido los consejos de gran parte de la oposición, que instaba al gobierno a pagar rápidamente a los buitres según la sentencia dictada por Griesa: el país hubiera entrado en una vorágine de endeudamiento e inviabilidad financiera, quedando nuevamente expuesto a los intereses de los capitales internacionales. Por ello, es parte de este balance alertar sobre las distintas propuestas que realizan ciertos candidatos, ya que más allá de las promesas de mantener los beneficios sociales que ha gestado este gobierno, todas sus líneas de acción futura encierran, en forma más o menos oculta, una vuelta al sistema de valorización financiera de los noventa, que tanto daño ha causado a nuestra sociedad.
Artículo publicado en el diario Tiempo Argentino el domingo 28 de diciembre de 2014.