En su primer acto oficial luego de las PASO, la presidenta Cristina Fernández ratificó las políticas económicas y sociales y convocó también a «profundizar las bases del modelo de la industrialización, de la educación universitaria, de la política de inversión en ciencia y tecnología, de la administración de los recursos de los trabajadores para que vuelvan al consumo y reactiven la economía».
También se produjo la ratificación del actual rumbo por parte del ministro de Economía Hernán Lorenzino, el secretario de Política Económica Axel Kicillof y la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, en las recientes jornadas en las que se abordó «La agenda para el desarrollo y la integración: las relaciones Sur–Sur», una actividad planificada con gran antelación, realizada en el auditorio de la casa central del Banco Nación.
El punto principal del discurso de Cristina fue la invitación al diálogo en una mesa grande donde estén representados los distintos actores económicos. La presidenta Fernández de Kirchner expresó: «tenemos que discutir en serio un modelo de país»; «quiero discutir con la UIA, con los bancos, con los compañeros de los sindicatos, con los verdaderos actores económicos», porque –agregó sobre el gobierno– «donde haya errores los corregiremos, porque tampoco somos obcecados ni tontos».
Resulta una interesante propuesta esta apertura al diálogo, que ya ha recogido múltiples adhesiones de la industria, la construcción, el comercio y la banca, entre otras. Supone tratar los temas medulares de las políticas económicas, expresando claramente cómo se desea resolverlos en concreto, un abordaje que ha estado ausente en las diversas propuestas que se han hecho desde los distintos sectores.
Esta cuestión la definió claramente la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, en las jornadas anteriormente mencionadas, al comentar que «el modelo de acumulación y distribución vigente desde 2003 enfrenta tensiones internas y externas. La disminución de la competitividad cambiaria, aumentos de precios y un menor superávit externo son manifestaciones de los problemas. Sin embargo, una devaluación, el endeudamiento externo o el ajuste del gasto no representan una solución viable, sino que se requiere más intervención y regulación del Estado» (pág. 12, 15.08.13).
En este sentido hay que discutir para sincerar las propuestas, dado que muchos economistas plantean solucionar los problemas de competitividad, de los aumentos de precios y salir de la regulación de las divisas, pero sin decir cómo, ni cuáles son los costos asociados. Estos argumentos deben ser discutidos a partir del diálogo al que convocó Cristina, y de analizar concretamente el impacto de cada política propuesta sobre el resto de las variables. Cuando piden ser más competitivos o ajustar el tipo de cambio, ¿a qué se refieren? Cuando plantean aprovechar que en el mundo hay liquidez, y volver a endeudarse: ¿endeudarse para qué? Una materia en la cual Cristina fue muy concreta; al referirse a aquellos que proponen una devaluación de magnitud, preguntó: «¿Sabés dónde se va tu salario cuando devalúan?»
Una devaluación brusca y de magnitud lo único que haría es incrementar los precios y, por lo tanto, no modificar significativamente la competitividad, pero con un gran aumento de precios, a partir del cual los salarios sentirían un retroceso en términos de poder adquisitivo, como sucedió en todas las pujas devaluacionistas cuando los salarios subían por las escaleras y los precios por el ascensor, frase incorporada con angustia al vocabulario popular en el siglo pasado. No sucedió así en 2002, porque los salarios estaban por el piso y la recesión era brutal, pero esa no es la situación actual, donde los salarios tienen un elevado poder adquisitivo y el nivel de producción agregada es el más alto de la historia.
Cuando se habla de competitividad, ¿se está pensando en lograrla con menores salarios reales, como le recomienda el FMI a España? ¿O debe enfocarse como lo hizo Mercedes Marcó del Pont, proponiendo discutirla teniendo en cuenta otras variables distintas a la del tipo de cambio? Ya se está trabajando en este sentido con las líneas del Bicentenario y la de Crédito para la Inversión Productiva, o los diversos programas de fomento del empleo del Ministerio de Trabajo. Hay que seguir avanzando, detectando aquellos sectores en los que aparecen tensiones y buscar soluciones específicas. En definitiva, no es más que la aplicación de la «sintonía fina».
En la discusión de los temas, Cristina Fernández expuso crudamente los intereses que están en juego: «hay pequeños grupos de interés que la crisis nunca los toca y que siempre quieren más». «Nos acusan a nosotros de querer ir por todo, pero los que quieren ir por todo son ellos», comentó, para luego recordar la corrida bancaria que se produjo a días de su asunción y que generó una fuerte salida de depósitos en dólares.
Mercedes Marcó del Pont señaló sobre este tema que, desde que se tomó la decisión de regular los activos externos, se fueron del sistema, por la baja de los depósitos en dólares, 8000 millones de esa moneda. Este comportamiento evidencia una fortaleza, puesto que la salida se produjo «sin ningún tipo de situación traumática, ya que el sistema tuvo la capacidad para absorber esos movimientos». Marcó del Pont ratificó que las Reservas Internacionales están para usarse, pues son un instrumento más del gobierno para garantizar la sostenibilidad del crecimiento económico.
De hecho, el BCRA acaba de aprobar la afectación de los recursos correspondientes a la integración del Fondo de Desendeudamiento Argentino y a la cancelación de vencimientos con organismos internacionales para este año, en los términos que fija la Ley de Presupuesto, por unos U$S 2500 millones.
Son muchos los que se entusiasman con volver a endeudarse, pero hay que tener en cuenta que la Argentina está penalizada con un elevadísimo riesgo país que no se condice con el pago puntual que se ha hecho todos estos años a partir del canje de deuda, con lo cual los únicos que se beneficiarían son los que prestarían a tasas usurarias. Distinto es evaluar endeudarse para mejorar la infraestructura, o el abastecimiento hidrocarburífero, por ejemplo, con organismos internacionales de fomento.
El llamado al diálogo es una decisión relevante que debería permitir discutir más sobre el fondo de las problemas; esta discusión tal vez sirva para que alguna parte de la ciudadanía, la que se irrita por no poder ahorrar en dólares o alguna otra medida similar, pueda entender que se trata de una más dentro de un conjunto de políticas que son las que, en definitiva, permiten que su comercio esté funcionando mejor, que las ventas vayan bien, que tenga empleo, que pueda irse de vacaciones, cambiar el auto, todas actividades que se han estado incrementando estos últimos tiempos, algo que no sucedería si no fuera en el marco del crecimiento económico que estamos transitando.
Y ese crecimiento hoy no se puede atribuir al viento de cola, cuando el mundo está pasando por una crisis fenomenal, sino que hay que atribuirla a las políticas de fortalecimiento del mercado interno, sustitución de importaciones, de estímulo a los sectores más débiles de la sociedad a través de las múltiples políticas de subsidios. Todos estos temas hay que debatirlos más claramente para que la sociedad en su conjunto tenga la posibilidad de entender mejor el positivo proceso que se está llevando a cabo.
Artículo publicado en el diario Tiempo Argentino el domingo 18 de agosto de 2013.