Las reservas internacionales se situaron levemente por debajo de los 40 mil millones de dólares, cifra que ha sido considerada errónea e intencionadamente como un piso psicológico, dado que lo importante es determinar el nivel necesario de reservas para que la economía funcione en forma adecuada. Lo cierto es que, en lo que va del año, las reservas internacionales se redujeron en U$S 3480 millones, debido a varios factores, entre ellos los pagos realizados por deuda, tanto a organismos internacionales como a privados, y por una disminución de los encajes en dólares, debido al goteo de los depósitos en moneda extranjera. Estos cerca de 1200 millones menos de encajes implican una baja similar de las exigencias de reservas para respaldar los depósitos en dólares.
El dólar ilegal no refleja las necesidades de la economía real
En los últimos días, las reservas se vieron afectadas por la desvalorización del oro, que generó una baja superior a los U$S 300 millones, y al pago del Bonar X por U$S 224 millones. Con el ingreso de los dólares por la liquidación estacional de la cosecha, se prevé que las reservas internacionales se irán recuperando.
En la misma semana, el valor del dólar ilegal informado en los medios subió hasta valores exorbitantes. Este mercado tiene un elevado componente especulativo, tan es así que luego del pico del miércoles, los valores bajaron una décima, con atractivas ganancias para los que especulan. Una interesante evaluación de su funcionamiento puede encontrarse en el reciente Informe Macroeconómico y de Política Monetaria del BCRA. El mismo expresa que «los niveles de tipo de cambio adecuados para el funcionamiento real de la economía no siempre coinciden con los niveles que equilibrarían la demanda y la oferta de dólares como activo financiero». Explica que por eventos transitorios se incrementa la demanda financiera de tipo precautoria y/o especulativa, influenciada también por factores subjetivos como las expectativas acerca de las cotizaciones futuras. De esa forma, «la brecha entre el tipo de cambio necesario para el funcionamiento normal de la economía y el que equilibraría la demanda causada por ese evento transitorio, se amplía en forma notoria». Estas tensiones se expresan en el mercado ilegal, «caracterizado por cotizaciones que son muy volátiles –producto del escaso volumen transado– y donde su valor contempla el costo adicional de realizar operaciones por fuera de la supervisión fiscal y de la normativa cambiaria», es decir, ilícitas.
Tal como he comentado en otras oportunidades, la decisión de la autoridad monetaria es continuar con la política de flotación administrada del tipo de cambio, sin variaciones bruscas. Esta condición es explicada en el informe citado, a partir de la inexistencia de condicionantes estructurales como los que en el pasado han desatado procesos devaluatorios significativos. Las variables que sustentan esta postura son los buenos resultados de la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos de estos años, y si bien en el último período los saldos sólo son levemente positivos, nos ubica mejor que la mayoría de países latinoamericanos que han exhibido fuertes déficits de Cuenta Corriente en 2012. Otras fortalezas son el reducido nivel de endeudamiento externo, tanto público como privado, y un nivel de producto y consumo históricamente elevados.
Hablando del nivel de reservas internacionales, influye también en el mismo la evolución de los precios de las materias primas agrícolas. Tanto las publicaciones del BCRA como las del FMI informan que la demanda mundial de granos para alimentación y para biocombustible será sostenida. Hay elevadas probabilidades de aumento en el precio del trigo; en el caso del maíz, si bien se esperan buenas cosechas, los bajos inventarios existentes y la demanda para biocombustible auguran una probable alza de sus cotizaciones durante el año. En el caso de la soja, se espera que siga la tendencia actual de los precios, dado que hay condicionantes que empujan al alza, así como otros que presionan a la baja.
LA TENAZ PRESENCIA DE LOS LIBREMERCADISTAS. La opinión del FMI sobre Argentina en su reciente informe sobre Perspectivas de la Economía Mundial contó con una amplia difusión, a pesar de que el informe le dedica específicamente a nuestro país una sola frase: «En Argentina, los amplios controles a las operaciones cambiarias y a las importaciones también incidieron en la confianza y la inversión.» Esa breve mención no es menor, pues indica el rechazo del Fondo a toda regulación estatal que busque fortalecer políticas de defensa ante la crisis internacional, en legítimo ejercicio de la soberanía económica. También expresa pleitesía a la inversión extranjera, que no desea regulación alguna por principios. Es notorio que prácticamente no se mencionó en los medios que, en el mismo informe, el FMI prevé un descenso de la desocupación en Argentina para 2013 al 7,1% y al 6,8% en 2014.
Este rechazo a la regulación de los mercados se expresa también en variados formadores de opinión y centros de estudio. En la semana apareció un artículo de Guillermo Calvo sobre Argentina (Ámbito Financiero 17-04-13) en el cual sostiene que «después de ese pecado original (el aumento de la oferta monetaria) lo quieren tapar con medidas de control de cantidad» (se refiere a las medidas de administración de divisas). Por ello Calvo propone: «no es que me guste, pero en algún momento se deberá hacer un ajuste», para aseverar a renglón seguido que «sería necesario absorber parte del dinero en circulación, con ciertos costos».
Esos ciertos costos serían un enfriamiento de la actividad económica y por ende del empleo, que derribaría el consumo popular, dispararía la tasa de interés y restringiría el acceso del sector productivo a los préstamos. Como siempre en estas medidas ortodoxas, se pretende volver al modelo de valorización financiera del ’76 y de los noventa. En este aspecto, el FMI no puede ser más claro: en medio de la brutal crisis que atraviesa el mundo, exige a los países que «todo crecimiento que sorpresivamente sea mayor del previsto sea aprovechado para amortizar más rápidamente la deuda».
Dentro de las apelaciones sobre la libertad de los bancos para hacer negocios, se inscribe el reciente informe de «Acceso al crédito y crecimiento económico» de la Fundación Observatorio PyME (FOP). El principal objeto del informe es criticar la orientación del crédito del BCRA, ya que expresa que «la LCIP (Línea de crédito para la inversión productiva) apunta a regular al mismo tiempo la cantidad y el precio del crédito dirigido hacia las PyME, y por esta razón no es compatible con un enfoque que apunte a la bancarización rentable de las PyME, estimulando la eficiente utilización de la asignación de los escasos depósitos nominados en pesos hacia los proyectos más productivos». Para la FOP, el fomento del crédito a las PyME pasa por asegurar a los bancos que fijen su propia rentabilidad y sus tasas, en niveles que son mucho más elevados que la criticada LCIP, de allí que habla insistentemente de «bancarización rentable de las PyME», el imperio de la valorización financiera por sobre los intereses de las empresas productivas.
La embestida neoliberal no descansa y desde distintos sectores, aparentemente desvinculados, se intenta volver al discurso único, cuando lo que se necesita es insistir en la necesidad de contar con un Estado activo y eficaz, la única herramienta que existe para planificar el desarrollo y mejorar las condiciones de vida de la población, objetivos que les resultan ajenos a los que adscriben a la lógica de los mercados.
Artículo publicado en Tiempo Argentino el domingo 21 de abril de 2013.