La semana pasada el Senado aprobó la reforma a la Carta Orgánica del BCRA. Se trata de un hecho de vital importancia ya que instrumentos como el Banco Central son muy importantes en la vida de un país.
En el año 1992, cuando el Poder Ejecutivo envió al Parlamento aquella reforma, el mensaje de elevación decía que defender el valor de la moneda era tan importante que ponía en un segundo plano los temas de equidad distributiva. Está claro que en aquellos años también se valoró la importancia del instrumento al servicio de un proyecto de país mutilándole al BCRA sus funciones y dejándole sólo una: la de defender el valor de la moneda.
A partir de entonces se le sacó al Central toda facultad para actuar en política monetaria, de incidir en política crediticia, de financiar al sistema financiero, aún en casos de transitoria iliquidez, y de auxiliar financieramente al tesoro. Tanto fue así que, frente a hechos que pasaron en el año 1995 con la crisis mejicana, fue necesario modificar de urgencia esa carta orgánica, que era un verdadero cepo para su funcionamiento para devolverle ciertas funciones para que el sistema financiero no colapse.
La reforma finalmente sancionada concreta el fin de esa etapa y el inicio de una nueva, que le devuelve al Banco Central un rol múltiple. En vez de preocuparse exclusivamente por la moneda, a partir de ahora su carta orgánica dirá: «Es función del Banco Central trabajar por la estabilidad monetaria, defender el valor de la moneda, la estabilidad financiera, el empleo, y el desarrollo económico con equidad social«.
El Banco Central será, de ahora en mas, un instrumento útil que desarrollará sus políticas económicas en concordancia con los objetivos que fije el Gobierno Nacional. Finalmente se terminó con la República del Banco Central Argentino transformándose nuevamente en el Banco Central de la República Argentina.