Se conocieron los datos del balance Cambiario del cuarto trimestre de 2011, que permiten ver claramente el impacto de las medidas tomadas por distintos organismos del Gobierno sobre los activos en moneda extranjera, y que arroja un resultado muy positivo. Se pasó de un déficit en las operaciones del mercado único y libre de cambios de 2.168 millones de dólares en octubre de 2011, a superávits de 433 millones en noviembre y de 2.162 millones en diciembre.
El balance de cambios es un compendio de las operaciones realizadas en moneda extranjera por las entidades autorizadas a operar en cambios, y refleja las grandes líneas de funcionamiento macroeconómico del sector externo. El detalle de las cifras del balance cambiario de 2011 evidencia los logros positivos de las distintas medidas tomadas recientemente por el Gobierno, como así también manifiesta algunas cuestiones que resultan preocupantes y que muestran la necesidad de profundizar las regulaciones sobre los aspectos que inciden en los movimientos de divisas.
El dato más relevante desde el punto de vista económico es la evolución de la “formación de activos externos de residentes del sector privado no financiero” (en adelante “formación de activos externos”), lo que comúnmente es denominado, en forma errónea, fuga de divisas y que, desde los inicios de la crisis internacional, allá por setiembre de 2007, generó una continua sangría de dólares de las arcas del BCRA.
Esta variable está compuesta por dos ítems principales: la compra de billetes de dólar, que engrosan las cajas fuertes de los compradores residentes (es dinero que se queda en el país), y otros flujos financieros netos con el exterior, ítem que se puede asociar genuinamente a la salida de capitales del país.
Repaso del comportamiento
Si analizamos el comportamiento anual de la formación de activos externos, un enfoque que ha adoptado una gran cantidad de medios informativos, nos encontramos con que los montos involucrados por este concepto son históricamente altos, una salida de 21.504 millones de dólares en todo 2011, sólo un poco más baja que el egreso de 23.908 millones en 2008. Pero hay una interesante diferencia: mientras que en 2008 las compras de billetes justificaban el 60 por ciento del total, en 2011 implicaron el 87 por ciento. Es decir, el mayor valor de la formación de activos externos correspondió a la dolarización de portafolios privados y, en menor medida, a la salida de capitales.
Más interesante resulta analizar la evolución de la formación de activos externos en forma trimestral. Las cifras de compra de billetes fueron las siguientes en los trimestres de 2011 ordenados del primero al cuarto, siempre en millones de dólares: 2.877, 4.774, 7.039 y 3.911. El monto del cuarto trimestre necesariamente debe analizarse mes a mes: 2.409 en octubre, 797 en noviembre y 705 en diciembre. Los datos muestran una gran desaceleración en las adquisiciones en los últimos dos meses del año debido a las medidas implementadas. El principal factor de este comportamiento fue la implementación de mayores controles sobre las posibilidades de compra de residentes de activos externos de libre disponibilidad, conjuntamente con un mayor seguimiento de las operaciones de montos significativos que se cursan por el mercado de cambios.
Si analizamos trimestralmente el ítem correspondiente a los flujos financieros con el exterior en 2011, los datos arrojan -782, -1.339, -1.386 y +662, siempre en millones de dólares y ordenados del primer al cuarto trimestre. Los montos negativos indican salida de divisas, mientras que la cifra positiva del cuarto trimestre corresponde a una repatriación neta de capitales, originada principalmente en la obligación de radicar en el país las inversiones en el exterior de las compañías de seguros que operan en la Argentina.
En definitiva, el importante superávit del cuarto trimestre no se ha dado por casualidad, sino a través de la implementación de medidas concretas que limitaron la formación de activos, como así también mejoraron el ingreso de divisas e impulsaron la obligación del ingreso de la totalidad de divisas por las exportaciones de hidrocarburos y minería.
Las preocupaciones
El Balance Cambiario confirmó un elevado pago de utilidades y dividendos al exterior, que ascendió a los 4.525 millones de dólares, número más alto que los 4.247 millones de 2010 y más del doble de las utilidades enviadas en 2006 por 1.586 millones y en 2007, por 1.921 millones. Cabe resaltar que, en 2011, un cuarto de la remisión de utilidades al exterior correspondió al sector petrolero, el 12,4 por ciento al de comunicaciones y un 9 por ciento al bancario, totalizando entre estos tres sectores el 47 por ciento del total remitido.
En este aspecto se han tomado medidas para evitar frenar esta sangría de divisas que muestra una tendencia creciente. Una de ellas ha sido la ampliación del “colchón adicional de conservación de capital” para las entidades financieras, por el cual se establece que el capital posterior a la distribución de resultados debe cubrir la exigencia normativa con un incremento del 75 por ciento sobre el capital mínimo de cada entidad. Si no se llega a conformar este colchón, no se podrán distribuir utilidades.
La otra estrategia para reducir esta remisión de utilidades pasa por la actitud de los directores de la Anses en las distintas compañías, que promueven la reinversión de utilidades en las empresas en las que la Anses tiene participación accionaria. Sin duda, todas estas nuevas disposiciones ayudan a reducir la remisión de dólares al exterior en concepto de dividendos, y favorecen la reinversión de esas utilidades. Aunque la resolución profunda del problema es más compleja. Está vinculada con la enorme cantidad de inversiones extranjeras directas (IED) que han llegado al país, y que siguen arribando, a la vez que no existen normativas suficientes para regular el envío de utilidades y dividendos a las casas matrices. Asimismo, tampoco existe un control adecuado de los precios de transferencia, es decir, las compraventas de insumos entre compañías del mismo grupo económico afincadas en distintos países, un mecanismo por el cual también se van divisas por sobreprecios de las compras, o precios inferiores al mercado por las ventas realizadas al exterior.
Se requiere, al mismo tiempo, discutir la necesidad y la contribución a la economía de cada proyecto de la IED, algo que resulta imposible en la actualidad con la vieja ley de inversiones extranjeras de la dictadura, que fue remozada durante el menemismo, y la gran cantidad de acuerdos bilaterales de inversión que están activos.
La Cepal ha informado que, si bien la IED en América Latina se ha incrementado, la mayoría ha ido hacia sectores extractivos. El último informe sobre la IED en América Latina establece que “en América del Sur, la composición de las inversiones muestra que los sectores con mayor recepción de la IED fueron los recursos naturales y los servicios, con un 43 por ciento y un 30 por ciento de participación, respectivamente. En comparación con el período 2005-2009, en 2010 hubo un mayor peso de los recursos naturales, lo que muestra una tendencia a la primarización de la IED”.
La Argentina no escapa a esta primarización de la IED, según el balance de cambios. Los ingresos de IED alcanzaron en el cuatro trimestre de 2011 un récord trimestral desde que se confecciona el Balance Cambiario (año 2002). Incluso, el ingreso anual de IED en 2011 fue de 3.911 millones de dólares, el mayor valor desde 2003, levemente superior al anterior hito de 2008. Cuando se observa la distribución por sector de la IED en 2011, se evidencia que el sector que más recibió inversiones, con el 30 por ciento del total, fue el de minería, seguido en orden de importancia por el de alimentos y bebidas, con el 10 por ciento; química y plásticos, con el 9 por ciento, y petróleo, con el 7 por ciento del total. Si consideramos la inversión destinada a actividades primarias, la misma supera el 42 por ciento del total.
Cada vez son más los estudios económicos que no encuentran una relación lineal entre la IED y el crecimiento económico, en especial en los países en desarrollo. Y estos datos del Balance Cambiario argentino colocan también una cuestión más a ser tenida en cuenta en la discusión sobre los recursos naturales en la Argentina que está en el candelero, y que son los importantes flujos de IED que están llegando a este sector, sin duda, como sucede en otros países de América Latina, por las altas rentabilidades que se obtienen. Estos datos indican la necesidad de ir abordando con premura y sin dilación estos debates, que ya he expresado en otras oportunidades, sobre la cuestión de cómo y quién explota los recursos naturales.
Esta nota fue publicada en la Revista Debate el día 02.03.2012