La presidenta Cristina Fernández dijo que nada hará cambiar el rumbo porque el compromiso del gobierno es con la gente. Tengo la certeza y la convicción íntima de que todo va a continuar en la línea en la que se han venido desarrollando las cosas. Eso no puede eliminar que los factores externos que sucedan obligarán a ver en cada momento cómo impactan y qué medida habrá que tomar para evitar males mayores, pero siempre con la idea de que es para sostener el rumbo, la dirección de lo que se viene haciendo.
La Argentina tiene que seguir resolviendo muchos asuntos pendientes. Todavía un tercio de la población trabajadora se desempeña de una manera informal, así que una de las mayores asignaturas pendientes es llegar al pleno empleo, decente y de calidad.
Hay que terminar de desmontar la arquitectura legal sobre la que se construyó el modelo neoliberal y esto incluye cambios en la legislación vigente, como la Carta Orgánica del BCRA. Creo que a mediano plazo hay que comenzar a pensar en una reforma impositiva profunda, que grave menos el consumo y más la ganancia, que incorpore los conceptos de gravar la renta financiera y otras cuestiones que en la Argentina siguen sin estar gravados; se cobran impuestos al trabajo personal y no a la renta financiera. Con esto último me refiero no a poner gravámenes a los pequeños ahorristas sino a las transacciones, a las operaciones de Bolsa, a la compra venta de títulos, etcétera.
Me parece que hay que revisar todos los tratados bilaterales de inversión que el país firmó principalmente durante los años noventa y que impiden desarrollar políticas públicas diferenciadas para las empresas nacionales respecto de las extranjeras.
Tenemos también una asignatura pendiente: discutir un mejor aprovechamiento para el país de los recursos naturales.
Soy consciente de que no se pueden resolver todas estas asignaturas pendientes al mismo tiempo y que no es una tarea fácil. Profundizar el modelo es avanzar en ese sentido, pero hay que asumir que los tiempos se manejan en función de contextos.
La Argentina está bien parada para enfrentar a la crisis global. En la medida en que fortalezcamos el rumbo potenciando el mercado interno, que sigamos con la sustitución de importaciones, con el fortalecimiento de la integración regional y del intercambio comercial de la región o la firma de nuevos tratados se tenderá a morigerar el impacto que viene de afuera.
Kirchner dijo al asumir que había que salir del infierno. En 2003 la Argentina estaba en una crisis profunda. El trabajo grueso es algo que se hizo desde entonces. La “sintonía fina” de la que habla la presidenta es señal de que el trabajo pesado ya está hecho y de que ahora hay que abordar las reformas pendientes e ir por más cosas.
Esta nota fue publicada en Tiempo Argentino el 11 de diciembre de 2011.