Durante la reunión del G20, la presidenta se refirió al cuidado de la democracia en épocas de crisis económicas, ya que se corre el riesgo de caer en totalitarismos. Y cómo será, que al menor atisbo de decisión soberana, como la idea de someter el acuerdo de Grecia con el Fondo y con la Unión Europea a un referéndum popular, se generó un shock mundial en el que cayeron todos los mercados. La sola mención de utilizar una herramienta fundamental de la democracia, por fuera de los acuerdos a puertas cerradas, puso de manifiesto que no se puede seguir ajustando cada vez más y que la única solución al ajuste fracasado no puede ser un nuevo ajuste.
No es exagerado decir que la democracia está en peligro si las mismas recetas económicas continúan, porque en realidad lo que se hace son acuerdos entre gobernantes, con organismos financieros que representan los intereses de las grandes corporaciones que imponen las reglas. En el caso griego el gobierno intentó preguntarle a su pueblo qué opinan del acuerdo realizado con la Unión Europea. Acto seguido la UE suspendió el pago del tramo de 8 millones de euros que era ayuda que ya estaba comprometida. Es un brutal chantaje que se hace a la vista del mundo entero, donde el pueblo no cuenta.
La pregunta de fondo es ¿Cómo puede ser democrático someter a ajustes a naciones enteras? ¿Cómo puede ser democrático ver cómo la ganancia de las corporaciones crece y aumenta el desempleo, la pobreza, la injusticia, la desigualdad? La farsa de reducir lo democrático a lo electoral es peligrosísima si después quienes resultan electos no tienen la obligación de cumplir con aquello por lo que la gente los votó.
Creo que estamos frente a una realidad muy descarnada y que este camino ya no tiene salida. Por eso la Presidenta habló de poner regulaciones para que el capitalismo sea un poco más humano, una lucha que viene desde el inicio del capitalismo. Es que la naturaleza intrínseca del capitalismo es la maximización de la utilidad, la libertad absoluta de acción, la falta de reglas y dejar que el mercado sea el ordenador. Esta es una pelea que se viene dando a través de los siglos, desde que existe el capitalismo, y que ha pasado por distintos momentos. Algunos en donde las concepciones neoliberales se impusieron y lograron destrabar todas las regulaciones, y otros en los que este proceso desregulación llegó a un nivel tal de injusticia que obligó a dar marcha atrás. Esto es lo que está sucediendo en estos tiempos. La revolución conservadora de Reagan -Thatcher de los 80 fue la antesala a todo lo que pasó en los 90, Consenso de Washington incluido. Por eso, creo que está muy bien que la presidenta diga que hay que regular los mercados financieros, que hay que atacar los paraísos fiscales, porque es también salir al cruce de la hipocresía de algunos planteos que se hacen, mientras que por el otro lado se protegen las grandes evasiones, las grandes fugas o los grandes lavados de dinero.