Muchas gracias señora Presidenta y demás autoridades, en particular a la señora Presidenta de la Asociación Cooperativa Internacional, muchas gracias por darnos la posibilidad de participar en esta actividad. En realidad me plantearon un título, un tema para mi intervención, vinculado a lo pequeño es hermoso, inspirado en el libro que escribió en 1974 Ernesto Federico Schumacher.
Cuando Schumacher escribió este libro lo hizo planteando ante el mundo una alerta sobre la voracidad de las grandes organizaciones y su desapego hacia los problemas cotidianos de las personas, al divorcio entre los intereses de los poderes concentrados motivados por la codicia y el bienestar de la gente. Llamó entonces a partir del concepto de «Lo pequeño es hermoso» a revindicar la pequeña escala como la posibilidad de preservar los valores humanistas que la tecnología y la civilización moderna habían conculcado.
Nosotros, desde nuestra experiencia, hemos demostrado que es posible conservar el sentido de lo pequeño y hermoso en una gran escala organizacional. No queremos y no nos gusta que se nos considere pequeños, porque no lo somos medidos en términos de participación en el sistema financiero argentino. A través de la integración cooperativa pudimos superar momentos graves, de peligro de muerte para nuestra organización que nos presentó el modelo neoliberalismo. Y nuestra respuesta estuvo en la creación de una gran organización cooperativa.
Cuando se inauguró el Banco Credicoop, quien fuera su primer Presidente, lanzó una frase que nos sigue acompañando hasta el día de hoy: «Asumimos el desafío de demostrar que eficiencia y democracia no son términos incompatibles», y estaba dicho en un momento especial, se dijo un 16 de Marzo de 1979, en plena Dictadura Militar en la Argentina, una Dictadura que entre muchas otras cosas perversas tiene en su haber los 30 mil desaparecidos que no fueron un objeto en sí mismo, ya que su objeto verdadero era despejar el camino para instalar un modelo de dominación, un modelo de entrega de la economía que se construyó después y que desgraciadamente terminó de consolidarse en el marco de un Gobierno electo por voluntad popular, que es lo que nos pasó en la década del 90, cuando las ideas de la supremacía del mercado y la virtual desaparición del estado parecían haber ganado la batalla cultural.
Aquella frase «El desafío de demostrar que eficiencia y democracia no son términos incompatibles», significaba que se podía gestionar una entidad, manteniendo los principios de la Democracia Cooperativa y que al mismo tiempo se podían alcanzar los niveles de eficiencia que nos permitieran competir con la empresa privada, con la empresa organizada con el objeto de tener el máximo lucro posible. Nuestra gran satisfacción es que 32 años después podemos decir que hemos demostrado que es posible hacer compatible la eficiencia y la democracia, manteniendo el espíritu solidario de la empresa cooperativa.
Administramos una entidad que tiene 249 sucursales, y en cada una hay una Comisión local de administración compuesta por usuarios locales, que tiene facultades decisorias, que coparticipan y que forman parte de toda la cadena de decisiones de nuestra Organización.
Mantenemos una estructura de más de 3.500 dirigentes ad honoren que militan en el cooperativismo cotidianamente, que han mantenido los principios y desarrollan una intensa actividad institucional, que promocionan las ideas y valores de la cooperación, que se vinculan con las otras asociaciones de la comunidad, y todo eso nos llena profundamente de orgullo, porque hemos podido, entonces, demostrar que la gran escala tampoco es enemiga de los principios cuando hay una gran convicción en mantenerlos.
«La empresa cooperativa como contribución a la construcción de un mundo mejor», es el lema de esta actividad. Significa a nuestro entender ya no pensar a la cooperativa como la rueda de auxilio para enmendar las fallas o los errores del Sistema Capitalista. Para nosotros significa pensar a los usuarios y a los trabajadores responsables de la administración y la gestión llevando adelante procesos de prestación de servicios, procesos de producción, donde el objeto deje de ser el de obtener la máxima ganancia posible y pase a ser el de prestar el mejor servicio posible. El servicio que efectivamente satisfaga las necesidades de los usuarios, de los consumidores, y donde la rentabilidad sea la necesaria para que se pueda seguir prestando el servicio, para que se pueda capitalizar, para que se pueda cumplir con los objetivos de la adecuación tecnológica, y para que se pueda cumplir con todos los desafíos que estos tiempos plantean. Esta es la voz que levantamos como cooperativistas en un mundo que padece una profunda crisis de paradigmas.
La percepción de la complejidad de las sociedades contemporáneas no pueden soslayar los vaivenes que conmueven al mundo. Con la ola neoliberal, en sus diferentes versiones, se instaló una tríada conceptual que operó como matriz ideológica de la globalización financiera hegemonizada por las corporaciones trasnacionales: el fin de la historia, la caducidad de los estados y el fin de la política. El Consenso de Washington ha sido el cuerpo de ideas que sistematizó la relación entre economía y política con pretensiones de escala mundial. Las decisiones otrora en manos de los estados, fueron transferidas a manos de los nuevos regentes con aires neoimperiales. Las misiones del FMI y del Banco Mundial se convirtieron en el patrón obligado del «comportamiento políticamente correcto» en cada país.
La actual crisis global, multidimensional del sistema capitalista a escala mundial, muestra a nuestro entender el agotamiento de este modelo.
En América Latina se viene consolidando un nuevo patrón de pensamiento y los resultados de sus economías y su baja contaminación de la crisis global es vista con atención y depositaria de halagos por importantes economistas y políticos del orden global. El tema sustancial es el de la puesta en valor de los Estados y las complementariedades de la integración regional.
Lo que está en crisis es la disfuncionalidad sistémica de un mundo inmensamente rico que sigue fabricando pobres, de un desarrollo científico y tecnológico sin precedentes con la mezquindad en su aplicación, con la prolongación de las expectativas de vida sin correlación con valores e ideales de futuro para las jóvenes generaciones, con una orfandad creciente para los derechos básicos y universales de la niñez, como ser la salud, la educación y la igualdad de oportunidades.
En este sentido, abrevamos en nuestras propias experiencias prácticas reformulando el concepto de lo público, sus alcances y sentido, aspirando a construir una sociedad de mayor justicia, igualdad, equidad, reconocimiento, participación.
Nosotros como cooperativistas queremos ser parte de la construcción de otro mundo. Nosotros queremos un mundo donde se privilegie el bienestar, la salud y la educación de los pueblos. Un mundo en el que la democracia sea auténtica y plena de participación popular.
Lo cooperativo es sin dudas un fenómeno social de carácter universal, pero también muy diverso. Creo que en vez de hablar de un ideal cooperativo debemos colegiar la existencia de un ideario cooperativo. En América Latina, en el marco de los procesos de ruptura con la herencia neoliberal, el cooperativismo está convocado a ser parte de la construcción de nuevos modelos de organización social. Hay países como Venezuela, Ecuador y Bolivia que han incluido en la Constitución al cooperativismo como un modelo de organización económica de la sociedad. Las cooperativas son ampliamente reconocidas por sus aportes al valor agregado social mediante el empleo, la cohesión social, la oferta de servicios públicos y comunitarios, la generación de tejido social y económico, el desarrollo de la democracia, la innovación social y el desarrollo local. Es reconocido este sector como portador de un estilo de desarrollo que confiere primacía a las personas, con la capacidad para generar nuevas oportunidades así como para mitigar desequilibrios sociales y económicos.
En Argentina las cooperativas están presentes en las 24 jurisdicciones en las que se organiza el territorio nacional, a través de 19.016 entidades y 9,6 millones de cooperativistas urbanos y rurales; en un país de cuarenta millones de habitantes. La cantidad de cooperativas ha crecido en forma sostenida en los últimos años, pasando de 12.760 en el 2008 a 19.016 en Septiembre de 2011, o sea, un 49% de crecimiento. Los avances en la organización del sector pueden observarse a través de la cantidad de federaciones conformadas en los últimos años, destacándose en este proceso el sector de las cooperativas de trabajo. De 96 Federaciones existentes en el 2008 se pasó a 175 en el 2011, o sea, un crecimiento del 82%. Las cooperativas participan en los 6 sectores de actividad económica en torno de los cuales se organiza la actividad productiva del país: Actividades Primarias, Industria, Comercio, Electricidad, Gas y Agua, y Servicios.
Nosotros estamos orgullosos de ser parte de la experiencia histórica que concibe al cooperativismo como herramienta de transformación social.
En consonancia con ello nuestro ideal de futuro recoge los mejores sentimientos del ideario progresista de la humanidad, y pregona que la calidad de vida se conseguirá con una equitativa distribución de la riqueza mundial y la preservación de la diversidad cultural y la capacidad de elegir en libertad el modelo de desarrollo y bienestar. Estas banderas no solo denuncian el estado imperante en el mundo, sino que ofrecen caminos de soluciones.
Este camino de soluciones revindica a la organización cooperativa como una herramienta apta para:
- El desarrollo de actividades económicas que satisfagan necesidades sociales,
- La construcción de espacios de democracia participativa,
- El desarrollo y promoción del factor humano,
- Actuar como escuela de responsabilidad social,
- Generar organizaciones dinamizadoras de cooperación nacional, regional y mundial.
Este enfoque coloca a las ideas de la cooperación en la cresta de la ola del debate de ideas que impregna al mundo contemporáneo.
Este enfoque reafirma nuestra inquebrantable convicción sobre la factibilidad de lograr compromiso y motivación de las personas por las causas nobles, con sentido social, con la ética propia de los hombres enaltecidos por su sensibilidad, por el amor a lo solidario, a lo democrático y a lo progresista. Se trata de la constitución de sujetos sociales plenos de autonomía integradora y emancipatoria.
Es la convicción de que es posible construir una sociedad verdaderamente democrática y solidaria, en la que la economía esté al servicio de todos, en la que la salud y la educación sean parte de un proyecto de desarrollo humano, en la que la vida, el arte, la cultura, y todos los bienes devengados del progreso tecnológico sean parte de una configuración ética que vaya sedimentando el nacimiento de una nueva sociedad, una sociedad que le ponga límite a la codicia sustentada en los poderes hegemónicos y afiance la igualdad como objetivo, basada en la integración y el respeto a la diversidad de los caminos para alcanzarla.
Muchísimas gracias.