El control del lavado de dinero es algo que el país necesita independientemente del Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), porque es una manera de poner una traba a la corrupción, al contrabando, a la evasión fiscal, al narcotráfico y muchas otras actividades que generan dinero negro.
Esto ya seguramente lo sepan, pero no está de más repetirlo, el lavado de dinero es la vía por la cual se intenta convertir en dinero lícito el dinero ilícito. Es por ello que es tan importante la ley promulgada la semana pasada por la Presidenta.
Esta ley resuelve, además, uno de los principales problemas de la legislación Argentina respecto al autolavado. Esto significa que la ley no sancionaba por Lavado de Dinero a quien cometía el delito que generaba el dinero negro, sino que sancionaba solo a un tercero -no partícipe en la generación del ilícito fuente de los recursos delictivos- por el delito de ocultamiento, disimulación, o transformación. Entonces, si alguien cometía un hecho de corrupción era juzgado por corrupción, pero el tema del lavado quedaba fuera de la sanción para quien cometió el delito de origen. Esta nueva ley lo corrige de modo que en el ejemplo señalado puede imputar por Corrupción y por Lavado de Dinero al sospechoso también. Es decir hay concurso real de delitos, vale decir dos delitos comprometidos.
En materia fiscal el “autolavado” puede incluso invertir la carga de la prueba originando que el evasor deba justificar el origen de sus recursos. Además amplía la lista de sujetos regulados obligados a informar operaciones sospechosas como por ejemplo la actividad inmobiliaria, fideicomisos, mutuales, cooperativas, y nuevos organismos públicos, entre otros.
En estos últimos días se pudo ver la noticia de que el GAFI había puesto a la Argentina dentro de una “lista gris” por creer que la ley promulgada es insuficiente. Más allá de las versiones encontradas al respecto y de si es cierto o no, sinceramente este hecho no tiene mayor implicancia que la de ser observados de cerca.
Más preocupante es para mi la doble moral de este tipo de organismos, que tratan con mucha severidad a los países en vía de desarrollo, mientras que hacen la vista gorda a los países centrales y sus paraísos fiscales, porque tanto Inglaterra, como Estados Unidos, Francia u Holanda, los tienen.
En este sentido, el mensaje pareciera ser que mientras en algunos países se debe justificar de donde provienen los dólares, existen otros donde no se controla nada. Esta es la doble moral a la que me refiero que pone en tela de juicio la autoridad moral y ética que tienen este tipo de organismos para cuestionar.