El conflicto comercial con Brasil

brasil_argentinaLa semana pasada Brasil implementó una serie de restricciones al ingreso de automotores, autopartes y neumáticos bajo la modalidad de lo que se llama las licencias no automáticas, es decir que se debe pedir permiso. Argentina viene utilizando esta medida porque le sirve para atrasar el flujo de importaciones, ya que según reglas de la Organización Mundial del Comercio, las autorizaciones no pueden demorar más de 60 días.

Si bien los medios nacionales, como también ha pasado con otros temas, trataron este en particular como si nosotros fuésemos los malos y ellos los buenos, dejando entrever que se trata de una especie de venganza en contra de las trabas argentinas a las exportaciones brasileras, lo cierto es que los temas comerciales son mucho más complejos que estas lecturas simplificadas.

El intercambio comercial que tenemos con Brasil es tan magnitud, que la Argentina es el primer comprador de productos industriales brasileros, incluso muy por encima de Estados Unidos, que es su segundo comprador. La realidad es que las compras que Argentina hace de productos industriales brasileros le permiten a este país mejorar el desbalance comercial de manufacturas con el resto del mundo, porque en función de su política cambiaria, la depreciación del Real le ha sacado bastante competitividad interna a los productos brasileros.

Es muy interesante la carta que la Ministra de Industria, Débora Giorgi, le envió al Ministro de Desarrollo, Industria y Comercio, Fernando Pimentel, porque además nos ubica adecuadamente en el marco de lo que se está discutiendo.

En primer lugar la Ministra le muestra los números que dicen, justamente, que en los cuatro primeros meses del 2011 el déficit de nuestro país con Brasil fue de 1.200 millones de dólares, lo cual duplica lo que fue el déficit en el mismo período de 2010. Es decir, en los cuatro primeros meses del 2010 tuvimos 600 millones de dólares en contra, y ahora 1.200. Hasta acá no parece que las cosas hayan sido perjudiciales para los brasileros. Ahora, lo más duro que tiene la carta es la lista de los productos de nuestro país que tienen muchísimas dificultades para entrar en Brasil. Dice Giorgi: «a fin de cuantificar el perjuicio que algunas de estas barreras de acceso provocan a las empresas argentinas, y tomando en conjunto la leche en polvo, el mosto, las bebidas alcohólicas, los cítricos, los agroquímicos, productos veterinarios, los medicamentos, los juguetes, la vajilla de vidrio, los camiones, la maquinaria agrícola, las heladeras, cocinas, lavarropas, y algunos productos químicos, se tiene que su acceso habría generado 7.000 millones de dólares anuales de exportaciones más de Argentina a Brasil«.

No es la primera vez que hay un conflicto comercial entre Argentina y Brasil. Sucede que es una relación muy importante, y por lo tanto compleja, en la que los empresarios, además, empujan cada uno para su lado. Lo bueno de todo es que la respuesta que siempre tuvieron estas disputas ha sido política. Como consecuencia de esto, por ejemplo, Lula y Cristina decidieron hacer más frecuentes los encuentros bilaterales de los presidentes y los ministros con el fin de limar las diferencias. Esta semana ambos ministros se reunieron, lo que demuestra que esto se va a resolver de manera consensuada en la mesa de discusiones políticas. Lo que estos problemas dejan en evidencia, es que queda aún un largo recorrido para lograr una integración regional eficiente, equilibrada y justa.

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