Hace unos días escribía en este mismo blog que aspiramos a profundizar un proceso en el que el Estado tiene como deber fundamental, además de recuperar el valor de la política, promover la participación ciudadana y afianzar su rol como garante de derechos, contribuyendo a la conformación de una sociedad más igualitaria y democrática, cosas en las que Mauricio Macri nos ha defraudado.
No quisiera pecar de soberbio ni mucho menos, pero para ser completamente sinceros, si hay un distrito fácil de gobernar, en la que una buena gestión se tendría que notar enseguida y en la que los ciudadanos y las ciudadanas tendrían que darse cuenta de ello, es el de la Ciudad de Buenos Aires: un territorio pequeñísimo, con el menor índice de desempleo de la Argentina, con los mejores niveles salariales y con el mayor nivel educativo y cultural.
Incluso el propio Macri dijo infinidad de veces que no necesitaba dinero de nadie porque a la Capital le sobra. Es que la Ciudad tiene la mayor capacidad tributaria del país. De hecho, hay provincias que viven de la coparticipación, la Ciudad de Buenos Aires en cambio no la necesita porque vive de sus propios ingresos.
Lo que los porteños hemos descubierto, luego de casi 4 años, es una horrible gestión. Ya a nadie sorprende que Macri sea de derecha, ni que sea un conservador, la gran novedad es que los porteños descubrimos que es ineficiente.