En el presente, y saliendo de la larga noche del neoliberalismo, aspiramos a profundizar un proceso en el que el Estado tiene como deber fundamental, además de recuperar el valor de la política, promover la participación ciudadana y afianzar su rol como garante de derechos, contribuyendo a la conformación de una sociedad más igualitaria y democrática.
Si ese es el objetivo de un gobierno democrático, hay que decir que Mauricio Macri ha defraudado todas las expectativas de darle a la Ciudad de Buenos Aires un perfil más justo y democrático. En todos los niveles que analicemos, la política macrista ha apuntado al vaciamiento del espacio público, a un incremento del autoritarismo en las decisiones tomadas y, todo ello, acompañado de una notable ineficiencia en los aspectos fundamentales de la gestión.
Ideología destructiva
Mientras los sectores más ricos de la sociedad pueden echar mano a sistemas privados de salud o educación; quienes están en una situación económica más vulnerable dependen mucho más de las prestaciones que el Estado pueda garantizar. Salud, educación, vivienda, alimentación y cultura constituyen necesidades que hacen a la dignidad de las personas.
Si observamos las políticas de Macri, veremos que, en todos los planos, hay un denominador común que es el vaciamiento de esos espacios. En educación redujo el presupuesto y agravó la situación del sistema, y no hace mucho el ministro de Educación de la Ciudad afirmó públicamente y, sin ningún pudor, la conveniencia de eliminar la enseñanza pública. En salud desplazó a funcionarios hospitalarios que no comulgaban con su gestión, modificó el sistema de provisión de insumos -medida que puso al borde del colapso a los hospitales públicos-. Una de sus primeras medidas de gobierno ha sido el veto de la ley que creaba el Laboratorio Estatal de Medicamentos, decisión que trajo un perjuicio económico al erario, debido a que la producción estatal implica precios sustancialmente menores de los que pueden proveerse los hospitales públicos.
En vivienda disminuyó sustancialmente el presupuesto para el Instituto Municipal transfiriendo esos recursos a las obras de pavimentación. De la cultura podemos decir que implementó un verdadero vaciamiento de los talleres en los barrios, lo que puede observarse en el tratamiento en los Teatros Municipales.
Lo cierto es que el gobierno de Macri es una fuente permanente de iniciativas para promover los negocios privados, intentando, por vía de la actividad inmobiliaria, generar ganancias que, cuanto menos, son controvertidas. En fin, por donde miremos veremos que se ha esmerado en privilegiar las oportunidades para sus amigos, mientras que ha sido debilitado el sector público, afectando los intereses de los sectores más vulnerables.
Veta autoritaria
Podemos recorrer un amplio abanico de actitudes autoritarias, incluso patoteriles.
En educación, hubo órdenes de prohibir a los maestros expresarse públicamente en los medios de comunicación. Cuando ocurrió la ola de protestas por los problemas de infraestructura y becas frente a las tomas de los establecimientos escolares, la respuesta del gobierno fue la denuncia penal de estudiantes menores de edad, como si el “palo” fuera la respuesta al conflicto que genera la propia ineficiencia gubernamental. Los directores de hospitales públicos, que no comulgaban con la visión del gobierno, fueron removidos -o intentados remover- de sus cargos.
Las movilizaciones en defensa de derechos muy elementales fueron recibidas con palos y golpes por la policía. Frente al proceso de ocupaciones de terrenos, sobre los que paradójicamente existen sospechas de instigación por parte de los punteros macristas, el jefe de gobierno hace alarde de impotencia para imponer su ideología represiva. Los desalojos de predios ocupados por familias sin techo se fundaron en fuerzas de choque paramilitar -la Unidad de Cuidado del Espacio Público-, que contribuyeron a duplicar en el curso del primer año de gobierno el número de personas en situación de calle.
Varios centros culturales fueron brutalmente desalojados y se reprimió a familias enteras en el Instituto Municipal de la Vivienda, cuando reclamaron por los incumplimientos del Estado en sus compromisos con las cooperativas de vivienda.
La “nueva policía” nació con el “Fino” Palacios, quien debió renunciar por la resistencia que generó su nombramiento. Estos son sólo algunos botones de muestra del autoritarismo en la gestión de este gobierno.
Promesas Vs. Incompetencia
Como tema muy sabido, podemos recordar la promesa de inaugurar diez kilómetros anuales de subtes. Ha subejecutado el presupuesto, especialmente en los rubros que atienden al gasto social. En suma, salvo algunas realizaciones estéticas, lo que podría calificarse como la política del maquillaje, ningún aspecto de la vida pública y social ha mejorado, sino todo lo contrario: empeoró la situación de los sistemas de salud y educación; el tránsito es un caos; hay déficit de viviendas; los jóvenes se encuentran sin lugares desde los cuales crecer y formularse un proyecto, en fin, el balance es francamente desolador.
Macri representa, en términos políticos, un verdadero proyecto neoliberal-conservador. Y este proyecto demostró su fracaso. Es un fiasco para la resolución de los problemas y necesidades de la ciudadanía. Además, si agregamos el desempeño personal como la cabeza fundamental de la gestión, ya existían severas dudas de su contracción al trabajo. Cuando fue diputado, faltó al ochenta por ciento de las votaciones del plenario de diputados porque “estaba aburrido”.
En lo que va de su asunción como jefe de gobierno, distintos medios han denunciado largos días de licencia por viajes entre semanas a centros turísticos. No parece tener las condiciones para ejercer el cargo que ocupa. A veces, da la impresión que pretende manejar a la ciudad como si fuese la empresa de su padre. No lo es.
Es necesario lograr la unidad en la diversidad para recuperar la ciudad.
Desde diciembre de 2007, organizaciones sociales, sindicatos, centros culturales, médicos, estatales, órganos de defensa de derechos (como la defensoría del pueblo) y bloques legislativos han librado una batalla contra un gobierno que ha vulnerado los derechos de los sectores más débiles. En diversos ámbitos, se han generado procesos colectivos de encuentro y construcción de propuestas, a la par que denuncias frente a la política gubernamental.
Tenemos la esperanza de que quienes provenimos de las distintas tradiciones democráticas, humanistas, progresistas, igualitarias, podamos confluir en una construcción que termine con este experimento neoliberal-conservador, cuyos daños sociales, económicos, políticos y culturales ya son de consideración.
Este es el desafío.