Aún no se sabe a ciencia cierta hasta dónde puede afectar a la economía mundial el terremoto y posterior tsunami de Japón. Sí podemos analizar algunos datos preliminares que nos darán una idea del impacto de esta catástrofe.
Japón es la potencia industrial más grande después de los Estados Unidos, produce entre el 8% y el 9% del PBI mundial. En estos momentos, el país tiene su industria paralizada. Toyota, que es la automotriz número uno, tiene interrumpidas sus producciones, algo similar pasa con Nissan y Honda.
Otra consecuencia visible, luego de la catástrofe, fue la baja en precio del petróleo: Japón es el tercer importador de petróleo a nivel mundial. Todos esos miles de autos que se veían flotando no sirven más. Primero será necesario volver a producirlos, y luego a reponerlos, pero mientras tanto, el consumo de petróleo bajó su demanda y en consecuencia su precio.
También fue notable la caída en la bolsa de las compañías de seguros. Es que todos esos autos destruidos que no circularán más, además estaban hipotecados, al igual que las casas arrasadas por el tsunami. La consecuencia es que hay ahora miles de deudores por bienes que ya no existen.
Si bien faltan más datos concretos para decir hasta dónde puede llegar esto, lo mejor que podemos hacer es imaginar que a partir de ahora tendremos, en el mejor de los escenarios, un país que va a comenzar a crecer a pasos agigantados, con altísimos niveles de productividad. A pesar de la tragedia, estoy seguro de que en un tiempo no demasiado largo, Japón volverá al punto en que estaba.