Proyecto: Declarar lugar Histórico Nacional a la Gruta de los Mártires, erigida en memoria de los sacerdotes Carlos de Dios murias y Gabriel longeville, ubicada sobre la ruta nacional 38 a 5 kilómetros de la localidad de Chamical, provincia de La Rioja

Fecha de ingreso: 15.03.2010
Estado: en comisiones de «Cultura» y «Relaciones Exteriores y Culto»
Firmantes:
Basteiro, Sergio Ariel – Nuevo Encuentro Popular y Solidario Buenos Aires
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El Senado y Cámara de Diputados,…

Artículo 1: Declárase Lugar Histórico Nacional, conforme a lo dispuesto por la ley 12.665 y sus modificatorias, a la «Gruta de los Mártires», erigida en memoria de los sacerdotes Carlos de Dios Murias y Gabriel Longeville, ubicada sobre la Ruta Nacional N° 38 a 5 km. de la localidad de Chamical, provincia de La Rioja.

Artículo 2: Comuníquese al Poder Ejecutivo.

FUNDAMENTOS

Señor presidente:

El presente proyecto es reproducción del Expediente Nº 1116-D-08.

Hace 32 años, el 18 de julio de 1976, fueron secuestrados, torturados y asesinados Gabriel Longeville y Carlos de Dios Murias, sacerdotes del departamento riojano de Chamical, por agentes del terrorismo de Estado que se implantó en la Argentina luego del golpe de Estado del 24 de marzo de dicho año.

Gabriel Longeville nació en Francia en 1931 y fue ordenado sacerdote en 1957. Después de algunos años en ejercicio de la docencia en un seminario, ingresó al CEFAL (organización del apostolado francés que prepara sacerdotes para enviarlos a América Latina). En 1969 viaja a México a perfeccionar su español y un año después llega a la Argentina, estableciéndose en la provincia de Corrientes. En 1971 viaja a La Rioja y el Obispo Angelelli lo destina al Departamento de Chamical, donde llegará a ser párroco. Quienes lo conocieron, lo recuerdan como un hombre apacible, sensible al dolor del prójimo, sencillo y callado.

Carlos de Dios Murias nació en San Carlos Minas, Córdoba, en 1945. Ingresó en la Orden de los Franciscanos Conventuales y fue ordenado sacerdote en 1971, pidiendo expresamente ser ordenado por Monseñor Angelelli, con quien ya tenía una relación de muchos años. Habiendo dado sus primeros pasos como fraile en las localidades de Moreno y José León Suárez, provincia de Buenos Aires, sus anhelos de llevar su tarea pastoral hasta los más humildes lo movieron a solicitar a sus superiores la autorización de trasladarse a La Rioja para colaborar con el Obispo y comenzar las tareas para abrir allí una fraternidad franciscana conventual. Finalmente consiguió el traslado a La Rioja y el Padre Angelelli lo destinó a Chamical.

La pastoral de estos dos sacerdotes se inspiró en las firmes convicciones de Monseñor Angelelli respecto de implementar las resoluciones del Concilio Vaticano Segundo, que en la práctica representaron una importante transformación y modernización de la Iglesia Católica, pero poniendo especial énfasis en la necesidad de poner la Iglesia al servicio de los más humildes y desprotegidos. Su pensamiento se condensa en la frase que alguna vez pronunció: «hay que tener un oído puesto en el Evangelio y otro oído puesto en el pueblo».

Escribe Fray Domingo Rehin, autor de una biografía sobre Fray Carlos de Dios Murias: «A Fray Carlos lo caracterizaba su afán por la justicia. Como buen franciscano buscaba el crecimiento de la justicia y de la paz, por eso desde su tarea pastoral puso mucha fuerza en la defensa del obrero, del campesino y de la dignidad del hombre, sobre todo de los más postergados» (Fray D. Rehin, Memoria de un testigo, Misiones Franciscanas Conventuales, Buenos Aires, 2005, pág. 26).

Por supuesto, este mensaje encontraba gran resistencia por parte de los sectores más conservadores de la sociedad y de la propia Iglesia. Dicha situación se fue agravando hasta hacerse insostenible con la irrupción de la dictadura militar el 24 de marzo de 1976, cuyo proyecto de represión de los sectores populares y de violenta concentración de la riqueza veía en la prédica de estos sacerdotes el peligro de la subversión y de la lucha de los oprimidos.

La noche del 18 de julio de 1976, Carlos y Gabriel acababan de cenar en la casa de unas Hermanas religiosas cuando en dicho lugar se apersonaron unos desconocidos, portando credenciales y diciendo pertenecer a la Policía Federal. Pidieron a los sacerdotes que los acompañaran hasta la ciudad de La Rioja con el pretexto de declarar a favor de unos detenidos de Chamical. Sin embargo, lejos de llevarlos a la ciudad capital, fueron trasladados a la Base de la Fuerza Aérea de la ciudad donde fueron interrogados por los supuestos policías, quienes, al ver que no conseguían la información que buscaban, torturaron salvajemente a los religiosos. Finalmente, luego de horas de torturas, fueron llevados por la Ruta 38 a 5 km. de Chamical, donde los acribillaron. Sus cuerpos fueron encontrados por obreros ferroviarios tres días después, a la vera de las vías del tren.

En dicho lugar se erigió una gruta en memoria de los curas mártires, la cual es visitada cada 18 de julio por cientos de peregrinos venidos de diferentes lugares del país y de otras partes del mundo. Actualmente el predio se halla rodeado por un cerco perimetral y cuenta, además de la gruta, con sanitarios, cartelería y unos monolitos donde fueron hallados los cuerpos sin vida y las huellas terribles de la tortura a la que fueron sometidos.

Este lugar es un símbolo de la Iglesia Latinoamericana comprometida y valiente, es un símbolo de nuestro país en defensa de la vida, de los derechos humanos y el compromiso solidario, más allá de cualquier credo religioso. Este sitio histórico debe convertirse en un mensaje hacia nuestras jóvenes generaciones para que nunca más en nuestra patria existan golpes de estado, terrorismo de estado ni crímenes de lesa humanidad.

Finalmente, declarar la importancia de ese lugar para la historia -y el futuro- de nuestro país será una manera de hacer realidad las palabras de Fray Carlos de Dios Murias, quien en una de sus últimas homilías pronunció: «Podrán callar la voz de este sacerdote. Podrán callar la voz del obispo, pero nunca podrán callar la voz del Evangelio».

Por todo lo precedentemente expuesto, Señor Presidente, solicito a los Señores Diputados de la Nación tengan a bien aprobar este proyecto.

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