Son notables las similitudes entre lo que está sucediendo actualmente en Grecia y lo que se vivió en la Argentina en el año 2001. El recorte de sueldos a los empleados públicos, el aumento de impuestos al consumo, el recorte de jubilaciones… no es casual que la similitud sea tal.
Las recetas del FMI se basan en hacer que paguen los que menos tienen, es decir, los trabajadores y los jubilados. En un documento oficial del Ministerio de Economía Argentino, y luego de una visita de los técnicos del fondo en la que proponían más ajustes, el entonces Ministro de Economía Roberto Lavagna escribió: «con una abstracción de la realidad, los funcionarios en lo único que insistían es en medidas de recorte». Esto es así porque están cortados por una determinada tijera y no se les ocurre que haya otro destinatario que pague la crisis que no sea el pueblo.
Grecia tiene déficit fiscal que asciende al 14% del PBI y que deberá reducir en 3 años al 3%, que es el máximo permitido según los tratados de Maastricht, que son los que dan la base de la Unión Monetaria Europea. Lo notable de esta situación es que para lograr esto se congelan por tres años los salarios y se aumentan los impuestos al consumo, no hay, por ejemplo, un aumento en la progresividad de los impuestos a la renta empresaria. Está claro que las medidas tienen una clara direccionalidad, se está hablando de garantizarle a los acreedores (que son los grandes bancos europeos), que van a cobrar todo a cambio del enorme sacrificio que tendrá que hacer el pueblo griego en general.