Pienso que la Creación de Fondo del Bicentenario es una buena medida de política económica, al cancelar deuda y permitir conseguir préstamos a tasas bajas para refinanciar los pagos de deuda, evitando utilizar recursos fiscales para tal fin, que pueden destinarse a un mayor gasto social, la universalización del seguro para la niñez, o una mayor inversión en infraestructura.
El gasto público es una de las herramientas más aptas para atacar los problemas de pobreza y de exclusión social, es por ello que sostengo que el gasto público debe incrementarse, debe gastarse eficientemente y para eso se requiere una reforma fiscal progresiva, que venimos reclamando hace años, basada en impuestos que recaigan sobre los que más tienen, con mayores tasas de impuesto a las ganancias para los tramos superiores, captando las grandes rentas financieras y las fabulosas utilidades de los recursos naturales, entre otras medidas.
Aquellos que rechazan el Fondo del Bicentenario, en realidad están proponiendo utilizar los recursos fiscales para pagar deuda, juntamente con un achique del gasto público para que sea financiable. Esta postura afecta la posibilidad de seguir sosteniendo los planes indispensables de fomento a la economía.
Los que están pidiendo gastar menos y ajuste, no pueden al mismo tiempo estar pidiendo mejorar la distribución de la riqueza, combatir la pobreza y horrorizarse por todos los fenómenos que la pobreza genera.
No deberíamos asustarnos de la idea de que se de la posibilidad de que haya capacidad para gastar más. Si los fondos se manejan adecuadamente, muchas de estas reservas ni siquiera llegarían a utilizarse, porque si la Argentina da sustentabilidad al vencimiento de las obligaciones que hay en este año, es posible que en algún momento pueda salir al mercado voluntario y efectuar renovaciones, pagando los servicios y renovando el capital.