Una mujer en la historia que marco mi vida fue Perla Lis, más conocida por su apodo Doña Amada, mi vieja.
Ella trabajaba en el taller a la par de mi viejo, en general se encargaba de la limpieza y atención de los clientes, pero muchas veces terminaba pintando los automóviles reparados y arreglando sus capotas.
Cuando nos mudamos a Buenos Aires prefirió dedicarse a la costura, en especial la de la familia e inclusive no me compre un traje hasta no hace muchos años, ya que ella los confeccionaba. Era muy hábil.
Siempre le interesó la política, fue militante social y política durante casi toda la vida, al igual que mi papá.
Era bravísima y peleaba por sus hijos. Una de las primeras imágenes que tengo sobre mi vida es cuando yo tenía alrededor de 3 años y medio, un médico dijo que no podrían operarme y quitarme una hernia porque estaba muy avanzada -no hay que olvidar que esto ocurría hace más de 60 años-.
A mi madre le debo doblemente la vida, pues peleó muchísimo y logró que me operaran. Durante el pos operatorio me instalaron en una sala grande, junto a mi cama había un hombre al que le amputaron la pierna, no podía moverme y durante todos esos días mi vieja no se movio de mi lado, estuvo junto a mi dandome su apoyo como a lo largo de mi vida
Falleció hace poco, con casi 100 años, era un personaje fenomenal, le tengo admiración y mucho agradecimiento.