Pienso que la implicancia de la crisis económica internacional y las dificultades en pronosticar la duración e intensidad de este proceso, generan temores en la población.
Ante esta situación, se han instalado distintos mitos: que hay que consumir menos, ser precavidos, que hay que convencerse de que vendrán tiempos difíciles y renunciar a derechos adquiridos, porque en una crisis lo que menos se puede hacer es continuar con el ritmo de vida que se llevaba, etcétera.
Otro de los mitos que, a mi entender, es uno de los más preocupantes, establece que para defender el trabajo hay que aceptar reducciones, congelamientos saláriales o, en el mejor de los casos, el diferimiento de las paritarias, apremiando a los trabajadores a ser muy cautos en sus reclamos.
Si el mito se convierte en realidad y los salarios caen, tanto en términos nominales como en términos reales, se produce una disminución de la demanda, y de esa forma se genera una situación procíclica, que suma un efecto negativo a los que ya se evidencian por la crisis mundial.
Creo que la mejor forma de defender el trabajo es fomentar la demanda, para que ésta sostenga la producción, y las empresas puedan mantener salarios y empleo. Es por ello que considero que se están generando conductas anticíclicas, que defienden la producción y por lo tanto el empleo.
La economía Argentina se encuentra ante un panorama de desaceleración de la actividad, en un entorno internacional altamente crítico. Es evidente que las razones por las cuales se atraviesa esta situación son varías, pero sin duda existe un fuerte componente de expectativas que inciden en forma negativa, tanto en los productores como en los consumidores.